ANTECEDENTES
PARA UNA EVALUACIÓN DEL SIMPOSIO TEORÍA, CURATORÍA,
CRÍTICA. El miércoles 14 de noviembre fue clausurado el Simposio TEORÍA CURATORÍA CRITICA, realizado desde el lunes 12 en el Aula Magna del Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica. Una primera evaluación debe ser realizada en función de las espectativas y deseos que cada agente participante invirtió en la operación. En relación a quien escribe, en cuanto miembro del Comité Organizador, el programa de participaciones fue elaborado a partir de la necesidad de responder a una serie de preguntas sobre las condiciones de reproducción e inscripción del arte contemporáneo, en sus diversas escenas de competencia . Entre ellas, la práctica curatorial ha tomado cuerpo como generadora de un espacio de dinamización del trabajo de historia. Esto quiere decir, sin más, que la historia del arte no ha hecho su trabajo de manera consistente en nuestro país. Y dicha falta de consistencia compromete el rigor con que han sido habilitadas las historias canónicas que los estudiantes deben aprender a repetir y a deshechar prontamente en las escuelas. Por otra parte, la práctica curatorial ha interpelado a la musealidad chilena como sistema de regulación banalizante de los efectos de enunciación del arte contemporáneo. Hay obras chilenas capitales, sin embargo el marco museal experimenta un sospechoso desmantelamiento que pone en duda las garantías institucionales invertidas en demostrar lo contario. A ello se suman políticas de programación que obedecen a ficciones de sobrevivencia, que les impide trabajar en una perspectiva inscriptiva del arte chileno, en virtud de la incapacidad manifiesta de generar un Plan de Desarrollo museal con caracteres estratégicos (de país). Por último, la práctica curatorial ha revelado el valor que el formato de las bienales sigue teniendo como espacio de transferencia artística. Cabe señalar al respecto, que entre el mes de octubre de este año y marzo del 2002, artistas chilenos han estado presentes o estarán presentes en las bienales del Mercosur (Porto Alegre, Brasil), Cuenca (Ecuador), Lima (Perú) y Sao Paulo (Brasil). Por lo tanto, el formato actual de las bienales y la relación con las historias urbanas a las que están ligadas como monumentos públicos de nuevo tipo, se ha convertido en un espacio privilegiado para el ensayo curatorial. De esta manera, la práctica curatorial se ha instalado, mal que le pese a nuestros directores de museo y otros agentes institucionales de la crítica, como una práctica discursiva que desde el diagrama de las obras recompone las redes de producción imaginal y simbólica del arte chileno contemporáneo. Así mismo, las preguntas que se han planteado entre críticos cooperantes y curadores respecto a las políticas de carrera de determinados artistas significativos de esta escena, acerca de la reproducción de densidad y el efecto de sus obras en la coyuntura, han obligado a repensar las relaciones de trabajo entre crítica e historia. Esto ha permitido el establecimiento de un tipo de trabajo crítico concebido, en términos guattarianos, como "teoría menor" o "minoritaria"; es decir, en los lindes de la escritura de los vigilantes del Verbo, se autoproduce como un tipo de práctica discursiva que hace un "uso indebido" de conceptos de diversa procedencia, para invertirlos en la lectura de los diagramas de obra que editan las grandes ficciones metodológicas del arte chileno contemporáneo; entre las cuales es preciso recuperar las "artes del desplazamiento". A lo anterior se agregaba un problema específico de la producción curatorial en el cono sur de América. No significa lo mismo declararse curador en Nueva York, Londres o Tokio que en las redes ligadas a urbes con avanzados procesos de metropolitanización subordinada. Esta constatación obliga a plantear la distinción entre "curador de servicio" y "curador productor de infraestructura" para el trabajo de historia. Distinción que hiciéramos circular en un trabajo presentado en el Coloquio Internacional organizado por el Museo de Antropología y de Arte Contemporáneo de Guayaquil, en julio de este año, titulado El curador como productor de infraestructura. Pues bien: desde la perspectiva de trabajo de quien escribe, este título ya había sido empleado para encabezar otras participaciones en coloquios anteriores, entre los cuales es preciso hacer notar el Foro Cono Sur, durante la Feria de ARCO, en febrero del 2000. Es preciso señalar, además, que esta línea de preocupaciones ya había sido esbozada por diversos participantes, entre los cuales se contaban Paulo Herkenhoff, Ivo Mesquita, Marcelo E. Pacheco, Gustavo Buntinx, entre otros, en el encuentro que organizara Maricarmen Ramírez en Austin, en octubre de 1999 (Representing Latin American/Latino art in the new millenium: Curatorial issues ans propositions, Blanton Museum of Art, october 1999, Austin, Texas, USA).
En este sentido, haber planteado la pertinencia de realizar un simposio
en torno a la práctica curatorial, no obedece a la necesidad de
divulgar una actividad polémica de reciente aparición en
Chile, como lo recalca con el ceño fruncido cierta prensa, sino
a satisfacer una demanda que proviene del imperativo de dinamizar el trabajo
de historia en Chile. Dicha dinamización resulta efectivamente
polémica porque acrecienta la crítica teórica de
su discursividad, favoreciendo el desmantelamiento de su sordidez epistemológica.
Y esto significa, sin más, establecer la responsabilidad que le
cabe a la práctica curatorial frente a las escrituras de historia,
desde otra escritura, institucional, que corre el riesgo de exhibir sus
propias condiciones de constitución; a saber, una historia del
arte como historia de exposiciones forjadas en el deseo de archivo. | |||||||||||
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