|
Patricia
Vargas en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile. En la nueva sala de exposiciones de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile se inauguró el lunes 25 una muestra de Patricia Vargas, con el mismo título que la exposición que realizara en el Museo de Arte Contemporáneo: CIELO RASO. Sin embargo, esta exposición no era un simple traslado de las obras del MAC a otra dependencia de la Universidad de Chile. Era una exposición pensada para el lugar, bastante más reducido, y sobre todo, en función del interés despertado en Guillermo Tejeda, encargado de extensión de la mencionada Facultad. ¿Y cual era su interés? Llevar a un ambiente de arquitectos un conjunto de pinturas de pequeño formato, realizadas en un ambiente intimista, que representaban para él un signo de pulcritud frente a la pintura épica. Hasta ahí, todo bien. A condición de no preguntarle a Guillermo Tejeda por su concepto de pintura épica. No se trataba de la cercanía de pinturas que se habían montado en el primer piso del MAC bajo el título “Cambio de aceite”. No era su preocupación. En términos de actualidad, Guillermo Tejeda sostiene la violencia conceptual de la obra de Mario Navarro, para que nos entendamos en las distancias que establecía respecto de “Cambio de aceite”. Pero la pintura de Patricia Vargas no le resultó indiferente, porque lo ponía en contacto con su propia historia de estudiante de la Facultad de Bellas Artes de antes de 1973. Es decir, de aquella Facultad donde trabajaban dos amigos suyos, entrañables: Nelson Leiva y Adolfo Couve. En concreto, la pintura de Patricia Vargas le interesó como extensión fantasmática de las sobrevivencias simbólicas de sus dos amigos. Pero era algo más: los dos amigos tienen valor, en este contexto, como sobrevivencias de una universidad que ya no es más. En cierto sentido, me lo mencionó al llegar a la inauguración, cuando hizo referencia a la clase inaugural de Alfredo Jocelyn-Holt, abriendo el año académico 2003 en la Facultad de Arquitectura: “La universidad pública se ha desplazado. La han desplazado. Las universidades públicas como la Universidad de Chile han perdido su rol histórico. Esta universidad, en su momento, tuvo a su cargo toda la educación pública de este país, …”. (Boletín de Extensión, N 2, invierno, 2003). El título de la conferencia era “Una gran mansión, una ruina, una utopía”. Y lo que Patricia Vargas representaba para Guillermo Tejeda era la “ruina” de la enseñanza del dibujo; es decir, el vestigio de una enseñanza que organizaba el campo plástico. Y en este sentido, la “ruina” que Patricia Vargas hacía valer en su actualidad como una plataforma referencial, apuntando a reproducir el deseo de reconstruir la Universidad de Chile, la enseñanza de arte en la Universidad de Chile, desde sus memorias tecnológicas de base, vinculadas a la herencia de Burchard, Balmes, Gracia Barrios, y, por cierto, en la novela restauradora de Guillermo Tejeda, de Nelson Leiva y Adolfo Couve. Lo que no sabía Guillermo Tejeda, era que en virtud de la borradura de esa reconstrucción; que en función de una política de encubrimiento del “manchismo estructural” de la historia de la Facultad de Artes, hoy día, bajo la amenaza de quedar fuera de la nueva malla curricular, Patricia Vargas enfrenta la posibilidad de “quedar fuera”, para dejar disponible su lugar de trabajo, el trabajo del dibujo, y producir(se) como hueco académico, en la continuidad de dicha enseñanza. Lo propio del universo funcionario consiste en producir la falta mediante el diseño de una innovación curricular en la que la víctima deja de tener asignaciones. Así, el título CIELO RASO, de esta exposición re-construída, resulta ser una afirmación invertida de la TABULA RASA. Esta última viene a ser el atributo nominal de una condición punitiva, ejercida por quienes diseñan los cortes de la filiación. Guillermo Tejeda no lo sabía, pero lo sospechaba, al invitar a Patricia Vargas, a hacer estado de su condición representativa, acarreando la memoria de la “ruinificación” de un modelo de transmisión académica. Por eso, en esta selección, adquieren particular importancia las imágenes relativas a la ortopedia de la representación. Porque finalmente, la fobia de no pocos profesores de la Facultad de Artes se concentra en la propia ortopedia de la mancha, en su artificio, que en este contexto, puede ser leída como su “arqueología”. En definitiva, lo que llevó a Guillermo Tejeda a invitar a Patricia Vargas fue su pasión por la “arqueología” de la representación, referida a la sobrevivencia de las imágenes reconstructoras de una enseñanza que ha sido desplazada. Por esta razón, revisando en los archivos los textos escritos sobre su trabajo, recaigo en el ejemplar del catálogo de la exposición HECHO PEDAZOS, realizada en Galería Visuala en abril de 1986. Es bueno que los censores actuales de su obra recuerden quienes eran los autores de los textos: Carlos Pérez V., Willy Thayer, Patricio Marchant, Miguel Vicuña y quien escribe. Eran tiempos de Federici. De algún modo, estábamos por la defensa de la enseñanza de arte, en la Universidad de Chile. Muchos de nosotros no éramos, siquiera, “de la Chile”, pero se entiende que su defensa, en ese contexto, y en otros, parece de rigor, en un momento en que quienes están, por derecho destinados a ello, al parecer, no cumplen con sus deberes.
|
|||||||||||
|
| |||||||||||
Sitio Web desarrollado por ©NUMCERO-multimedia - 2003 [webmaster] |