La Disolución de la Ceremonia Regional.
Justo Pastor Mellado.
Septiembre 2003

Uno de los formatos en que se diversifica el ejercicio de l critica Es la conferencia y l participación en jornadas y seminarios. En las últimas semanas he participado en dos. Una en Santiago, otra en región. El tono, guardando las proporciones, no dista mucho del exhibido por un predicador de la Iglesia Universal. En vez de arte brasilero, lo que tenemos es una invasión de evangélicos brasileros. La modernidad se queda y se la guardan en casa. La modernidad medial de la predicación arcaica es exportable. Pero no solo eso, sino que se instala como referente de circulación de la palabra en medios carenciados. Por ser, una región, respecto del arte.

El Estado debe ocuparse de eso: la región. Está escrito en el proyecto de nueva-institucionalidad-cultural. Esta es una palabra que debe ser leída así, como la traducción de un concepto pesado del alemán. Y la región chilena, que ya sabe cuanto le ha favorecido la discriminación positiva y la conversión eufórico depresiva del victimalismo, atrae a los predicadores, para cumplir con el rito ceremonial que consiste en recibir la Palabra, que siempre “viene de fuera”.

Pero los regionales se la saben por libro. Domestican al Estado Central Metropolitano, de tal manera, que los predicadores que les envíen , siempre, vayan a repetir lo que los regionales ya saben. Sobre todo, no hay que mover las aguas, pero hacer como si en verdad, interesa hacer avanzar las cosas, sobre todo, en el terreno del arte contemporáneo.

He estado recientemente en Talca, para hablar de las nuevas tendencias. En verdad, no tenía el menor interés. Ya sabía de la existencia de una producción regional de arte contemporáneo y lo que me importaba era, justamente, hablar de la posibilidad de reconocer la existencia de una escena de arte local. En el entendido que una suma de artistas no hacen una escena.

Entonces, ensayé un método, que ya ha mostrado su eficacia en relación a Concepción y Valparaíso. Solo Es posible de hablar de escena local cuando se articulan tres elementos, en una misma coyuntura, exhibiendo capacidades de negociación compartida. Esos elementos son: universidad, medios de prensa y trama política. La universidad garantiza la reproducción de un saber que Es tomado a cargo, en su legitimación pública, por la prensa local, a través de una plataforma mínima de critica, mientras que la clase política proporciona los vínculos simbólicos que hacen producir la necesidad social de la articulación mencionada. Ejemplos como la coyuntura penquista del 57-62 son suficientemente significativos, así como la coyuntura porteña del 68-72. Solo por mencionar dos momentos. Hay otros momentos, en otros períodos. Pero que apuntan a reconocer que, después de Santiago, solo es posible hablar de escena plástica local en Concepción y Valparaíso.

Alguien dirá: ¿y Valdivia? Solo hay un museo, frágil, sin instancia de reproducción de un saber. La reproducción del saber es clave, como condición. Ello supone la reproducción de programas de enseñanza, pero sobre todo, de la puesta en función de un “funcionariato” docente, que al final, termina teniendo poca relación con la contemporáneidad más avanzada, definida por el espacio metropolitano. Digamos, el espacio más avanzado de lo metropolitano, porque en Santiago, hay enclaves en donde se reproduce el síndrome del arte regional. Bajo ciertas condiciones, hay más provincianismo en Santiago, que en provincia. Pero en provincia, la política del regional que sabe que define el marco de culpabilidad del funcionario metropolitano, la posición del arte contemporáneo, es extremadamente precaria. En algunos casos está sometida a la fatalidad siguiente: algunos artistas con crisis de inscripción capitalina, emigran a provincia, porque allí no hay oposición, y terminan –bajo la cobertura de una renovación- haciendo un arte regional más convencional que el que ya existía.

Entonces, la Galería Gabriela Mistral, por mandato programático, sostiene una bien estudiada política hacia regiones. Pero se enfrenta, inevitablemente, a la situación anteriormente descrita. Pero lo hace. Eso tendrá que tener un efecto, a condición de desarmar la maquinaria de la ceremonia regional de recepción.

En Talca hay una Galería de Arte Contemporáneo que depende de la Universidad de Talca. Pero no hay una plataforma critica en los medios de prensa local. Sin embargo, existen obras que rompen con las determinaciones pictóricas del paisaje, dependientes de la retórica de la Generación del 40. En Concepción ocurrió algo similar. Los discípulos de la Generación del 40 se fueron a hacer clases a la recién fundada escuela de arte, en los 70´s. Pero ya existía la Pinacoteca. Talca carece de Museo de Arte Contemporáneo. La Universidad de Talca posee un acervo de pintura, de la que se salva, a duras penas, menos de un centenar. Con eso, no se hace un museo. Un museo se valida por su colección. Y su colección debe ser el reflejo de un proyecto de colección, bajo las condiciones de afirmación de la propia escena local. De ese modo, una universidad no puede pensar que puede sostener un proyecto museal que nazca desde el desarrollo de su política de extensión. Craso error. Un museo no tiene que ver con la extensión, sino con la intensión del arte.

Pero Talca posee una Galería de Arte Contemporáneo que puede, perfectamente, funcionar como Centro de Arte Contemporáneo. Es decir, un lugar de exhibición y de producción. Un lugar donde la exhibición debe ser entendida como producción de arte. Y la producción contemporánea, debe fijar las condiciones de su exhibicionalidad. Diluyendo el síndrome extensional. ¡Por favor! Sabiendo, que lo que hace falta es una trama política consecuente. Lo que hay, es la inconsecuencia simbólica de un modelo de sociedad hacendal que vive de las glorias del pasado. E arte contemporáneo, en Talca, es plebeyo. LA pintura del Maule, por decirlo de algún modo, reproduce la nostalgia de la pérdida y de las disolución de la sociedad hacendal. Por eso, cuando desde Talca se nos invita, uno ya sabe que es la ceremonia de la complacencia hacendal la que, bajo cobertura de discurso universitario de nuevo tipo, se hace sentir. Solo que esta vez, hay un contingente de obra y de producción crítica, que desde fuera del triángulo universidad-medios-trama política, se hace un lugar. La dificultad reside en que dicho lugar debe ser construido, al menos, en una alianza con instancias universitarias de legitimación parcial, porque la necesidad de la reproducción crítica puede ser surtida por alguna escena critica santiaguina, quedando en veremos, la consistencia de la trama política regional, a la que se debe interpelar desde el diagrama de las obras, con la alianza universitaria. Solo en esa medida los esfuerzos de Galería Gabriela Mistral tendrán un efecto constructivo, diagramando la disolución del discurso regional ceremonial, que espera que los discursos aparezcan simplemente para reconfirmar lo que ya se sabe.

No. Hay un no-saber que se instala como espacio de potencialidades. Es el no-saber anticipativo de las obras. En fin, de ciertas obras.

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