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Pequeñas Historias Comparadas. El 24 de junio fue inaugurada en el MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires), la exposición retrospectiva de Victor Grippo, artista argentino que falleció en Buenos Aires en febrero del 2002 y que fuera una de las figuras más relevantes del Grupo CAYC. Los estudiantes de arte en su mayoría, e incluso, gran parte de los artistas emergentes, en nuestra escena, conocen poco o casi nada de Victor Grippo. No saben que en 1970 comenzó a trabajar su serie Analogías , operando sobre las oposiciones tradicionales de arte-ciencia, naturaleza-cultura, real-artificial. Tampoco saben qué era lo que se producía en la escena chilena, más allá de los mitos existentes en torno al muralismo y el arte objetual hipo-stalinista. Hay una necesidad de levantar el mito de un arte progresista producido durante la UP. Por el contrario, en esa fase, los intentos renovadores en esa coyuntura tuvieron que soportar la arremetida de un populismo plástico que implicó situaciones regresivas en este campo. Pensando en Grippo, que producía en 1970 Analogías y en 1972 Construcción de un horno popular para hacer pan , es preciso dimensionar el insurreccionalismo y el sentimiento de culpabilidad que durante la UP asoló el campo artístico, motivado por la sobredimensión simbólicamente punitiva de lo partidario. Pero cuando se habla, hoy, pareciera que la categoría de partido político jamás hubiese existido en Chile, como operador de control social. ¡Si a eso le llaman vanguardia! En la actualidad trabajo sobre un libro acerca de una cierta fotografía chilena y me he encontrado con fotografías de ese período, en las que unos músicos editan un Canto al programa . La nueva música popular de ese entonces me hizo pensar en el estatuto de la ilustración política. Y recordé la exposición El pueblo tiene arte con Allende , que se realizó durante la campaña electoral de 1970. ¡Que decepción, la de los artistas plásticos, en esa coyuntura! Los músicos eran más funcionales a la agitación del programa. Ellos cantan durante la euforia ascendente de las luchas de masas. En cambio, el teatro chileno, renació durante la puesta en escena del victimalismo. Diré, incluso que, durante la dictadura, si bien la plástica logró romper con la petición ilustrativa, por el contrario, el teatro, que durante la UP se había salvado de la ilustratividad, se convirtió en plataforma regresiva. Recordemos que Víctor jara, era, antes que nada, un hombre de teatro. Solo durante la transición, un cierto teatro, logró sacarse de encima la representación literal del drama. Pero en general, las artes "representativas" (del espectáculo) experimentaron una regresión formal importante. Será por eso que hoy, en la nueva institucionalidad cultural, las artes del espectáculo son las que mejor se ven. La plástica sigue pagando la osadía de su disolución del estatuto ilustrativo. Por eso mismo, La Moneda escucha demasiado a gestores culturales chilenos que desde el extranjero continúan reproduciendo los términos de la regresión plástica experimentada durante la UP, para sostener un proyecto de "espectacularización" (museal) que no toma en consideración el avance y el rigor de la producción plástica chilena de las últimas décadas. El presidente no debía sentarse a comer con los artistas, porque objetivamente ese gesto los humilla, escenificando los términos de una representación cortesana. Cuando un presidente invita a compartir la mesa, es señal de que los tiene al alcance de una migaja. El Consejo Nacional de Cultura es la nueva figura compleja de la migaja. El problema es que tenemos que sufrir la ignorancia, la incompetencia y la impunidad conceptual de una clase política que, en términos plásticos, se quedó pegada en la regresión. O sea, que de plástica, no solo no sabe ni siquiera lo suficiente, sino que le teme a la crítica que por anticipado, las obras chilenas más relevantes de este período, han planteado. Si se desea dimensionar en términos estructurales el carácter de la impostura simbólica de la clase política chilena, basta con aprender a leer las obras de los artistas más significativos de estas décadas. Me he permitido esta digresión, motivado por la presencia de las obras de Grippo en la exposición de Buenos Aires. ¡Hay que pensar qué hacía Grippo en 1970 y 1972! ¡Y ponerlo en relación con el autismo defensivo chileno en la misma coyuntura! En el coloquio de Arte y Política podrían haber hecho alguna mención. El nombre de Grippo fue mencionado, junto al de Ricardo Carreira y León Ferrari, por Andrea Giunta y Ana Longoni. Pero no hubo eco en los especialistas chilenos. Al menos pudieron ver algunas diapos que jamás habían visto. La obra de Ferrari a la que Andrea Giunta hacía mención está expuesta hoy día en el Museo de Arte de Houston, en la exposición Utopías Invertidas , que han conceptualizado Maricarmen Ramírez y Héctor Olea. Y debo adelantar que se prepara, para noviembre, en Recoleta, la retrospectiva de Ferrari, con la curatoría de Andrea Giunta. El catálogo será financiado por Recoleta y el Malba, en una operación de colaboración similar a la que ya realizaron para la exposición de Liliana Porter, en febrero de este año. Veamos: en Buenos Aires, en el 2004, nuestros colegas habrán realizado tres importantes exposiciones -Porter, Grippo, Ferrari- que aceleran y reposicionan la reflexión historiográfica argentina. Para esto, no ha sido necesario hacer ningún coloquio de arte y política. En definitiva, en Santiago, un coloquio de esa envergadura solo se concibe para fortalecer la regresión discursiva. No hay de qué quejarse: es propio del arte chileno, desde siempre. O sea, desde que se universitariza en 1932 para organizar mejor la resistencia a la modernidad artística. ¿Para que se organiza un coloquio de Arte y Política? Justamente, para no poder hablar de dicha relación y permanecer en el relato de las "condiciones de posibilidad" que deben ser reunidas para poder, probablemente, hablar. Eso se llama, discurso retenido . Entonces, ¿qué significa Grippo para la escena chilena? Un referente omitido -otro más-, respecto del que habría, al menos, que poner en línea con las producciones objetuales chilenas, de esa coyuntura. ¿Acaso eso no es arte y política? |
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