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¿Cuál Política de Archivo para el Arte Chileno?. Justo Pastor Mellado. Septiembre 2004 La relación que se ha establecido entre Centro Cultural La Moneda y Archivo es un indicio de cómo en Cultura se desconoce la complejidad distintiva entre un ente y otro, entre una función de animación cultural de masas -en el sentido más positivo- y un trabajo de recolección, clasificación y puesta en circulación de una base documentaria. Lo más grave es que denota la ausencia total de pensamiento sobre lo que puede llegar a ser una POLITICA DE ARCHIVO. No se trata sólo de mencionar la cinematografía, sino también de las fuentes para la escritura del arte chileno, incluyendo fuentes autógrafas que configuren una plataforma de "basurita gráfica" que permita comprender las condiciones de producción de ciertas obras, o bien, simplemente, de la producción de bases de datos sobre las producciones teatrales, audiovisuales, plásticas, coreográficas, etc. ¿No hay acaso la necesidad de montar un gran ARCHIVO NACIONAL, distinto del de DIBAM? ¿Con otras orientaciones? Un archivo sonoro, un archivo de imágenes, un archivo de autógrafos, obviamente, suponen estrategias de recolección y de manejo específicas. Su solo montaje implica una estrategia de producción de conocimiento. Sólo cuando las prácticas mencionadas tengan su archivo, se puede pensar si es conveniente reunirlos en un solo ente o mantener su diferenciación. Los evidentes titubeos en torno al concepto y programación de un Centro Cultural La Moneda no son más que un indicio de la falta de claridad de políticas públicas responsables en cuestiones tan graves como ARCHIVO Y MUSEOS. Menciono desde ya, la necesidad de debatir sobre la conveniencia o no, de formar un Museo de la Fotografía o de desarrollar proyectos sectoriales de archivos fotográficos. O incluso, montar una estrategia de desarrollo que contemple ambas posibilidades. Pero no existe a nivel de Cultura, una coordinación de las iniciativas en este sentido. Como tampoco existe claridad ni preocupación profesional reconocida en el terreno de la distinción que se debe hacer, a nivel de la propia pragmática funcionaria, de las nociones de Museo, Centro Cultural, Centro de Arte, recuperando sus funciones originales y buscando, en la perspectiva de las particularidades de intervención institucional, bajo qué condiciones es posible articular multi-funciones. ¿Cuáles serían sus ventajas y desventajas? Etc. Nada más que en los terrenos ya mencionados, se advierte una ignorancia radical en la conducción de un pensamiento edificador de infraestructura conceptual. Esto no se resuelve con las recomendaciones de la Convención de Cultura. Sus resoluciones son de un sentido común conmovedor. No era necesario hacer una convención para recoger un acopio de consideraciones que ya estaban escritas en el inconsciente funcionario. Resulta increíble que se haya destinado fondos para reunir a consejeros sólo con el propósito político inmediato de hacer ostentación de la autocomplacencia ministerial. Este comportamiento no es siquiera imaginable para los mandos superiores. La comunidad organizada de gente que se ocupa del arte, ¿de qué manera puede defenderse de la hostilidad funcionaria? Por que en este terreno, la sordera de la administración es hostilidad. El trabajo duro, pesado, de enfrentamiento cotidiano con los problemas reales, acrecentados por indefiniciones de las máximas autoridades, no hace sino descorazonar a las decenas de funcionarios medios. Estos viven presionados por la ansiedad orgánica de sus superiores, que ponen por delante la visibilidad de cuestiones menores que fomentan la subordinación y la cortesanía. Es para sospechar que algunos se esfuercen tanto en mostrar al empresariado de la industria cultural sus buenos oficios. ¿No es acaso usar la posición que sustentan como plataforma de promoción futura, fuera del Estado? Hay que tomar en cuenta que a esta gestión de gobierno no le quedan más de dos años. El problema de la infraestructura es capital en la fase de formación del ente de Cultura. Pero no ya en términos de "infraestructura cultural", relativa a inversión en restauración o remodelación de edificios. Eso está muy bien. A condición que sepamos, después, sostener políticas de programación orientadas por la responsabilidad de CONSTITUIR PÚBLICOS y no de SATISFACER AUDIENCIAS. El concepto de público es dinámico y apela a la noción de cooperación formal. El concepto de audiencia proviene de la mercadotecnia estadounidense de cuarta clase y remite a una realidad cuya dinámica se afianza en la entropía. Con ese concepto de audiencia no es posible construir "la casa del arte", porque no trabaja la cuestión de la hospitalidad. Sólo el público posee derechos. La gravedad de la decisión política que apunta a sostener conceptualmente el Centro Cultural La Moneda, tiene que ver justamente con esto: es un gesto de CONSTITUCIÓN de un pensamiento objetualizado. El diseño de la plaza es un concepto espacial que sostiene el DOMINIO (DE LO) PÚBLICO. Su función es portadora de una ficción de Estado. Apelo a la noción de infraestructura conceptual, que permita sostener políticas sectoriales de desarrollo en prácticas de producción de conocimiento. Armar el ente de Cultura significa producir conocimiento sobre las condiciones de su propio armado. El espesor político de la gestión de instauración está directamente ligado a la densidad conceptual que expongan las autoridades del área. Toda acción, en este terreno, se verifica en el modo como se abordan los detalles. El Forum de Barcelona no es el que define nuestras prioridades, sino el diagrama historiográfico que instalan nuestras propias Obras. ¿Cómo puede, dicho diagrama inscribir sus líneas de tensión, si el arte chileno es indocumentado? Entonces, ¿cuál política de archivo para el arte chileno? |
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