El Peor negocio de Isabel Allende (2)
Justo Pastor Mellado.
Diciembre 2004

Isabel Allende no sabe cuánto le puede costar el Museo Allende, bajo las condiciones de su nueva figura legal como Fundación. De partida, debe disponer de un presupuesto destinado a explotar su anomalía constitutiva , que le permita ser reconocido como un museo emblemático del arte latinoamericano. De otro modo, no podría poner en valor la iniciativa de un Memorial. La articulación de la dupla Museo/Memorial no está del todo asentada en las teorías abiertas de la musealidad de arte contemporáneo. Se trata de una dupla que debe ser trabajada en lo conceptual y en lo historiográfico. ¿Acaso Isabel Allende ha presentado un guión al respecto? ¿Está en condiciones de hacerlo?

Isabel Allende no sabe lo que dice cuando sostiene que el museo posee una colección de arte moderno. Conoce muy poco la colección. En verdad, el museo es tan solo contemporáneo y expresa un corte significativo de la coyuntura productiva de los años Setenta. Esta confusión señala la poca pertinencia que posee para manejar temas de esta naturaleza. Debe saber que hay algunas obras modernas y otras, proto-modernas. Pero sobre todo, contemporáneas, reflejo de dos coyunturas artísticas encaramadas.

No sabe, con certeza, que es posible, a partir de las obras del museo recolectadas antes de 1973, reconstruir un "estado de situación" del arte europeo del final de la Guerra Fría. Pero también, abordar las condiciones de aparición de un "realismo crítico" que será decisivo para el arte chileno producido durante la dictadura. Todo esto y más, se hace a partir de una estrategia de manejo de colección. Y eso, sin mencionar la producción de muestras de intercambio, de mediana dimensión, como plataforma de reconocimiento del museo en la trama museal latinoamericana. Solo así resulta posible re/visitar el arte latinoamericano en la coyuntura setentezca.

¿Un Memorial Allende? ¿Bajo qué concepto? ¿Será un lugar de culto laico donde se expondrán los fetiches de la figura de Allende? ¡Que falta de cuidado! ¿Se exhibirá su guarda-ropa? ¿Sus objetos más personales? ¿Pedirán al Museo Histórico los lentes recuperados? En definitiva: para la Fundación, ¿qué es un Memorial? ¿De qué Memoria habla la Fundación? ¿Cuál es el guión que justifica el traslado y el cambio de figura? ¿Quién sabe algo de eso? ¿No se me dirá que nada de eso ha sido discutido antes de producir el traslado? ¿ Cuando costará producir un Memorial? Y de paso, permítaseme preguntar: ¿Acaso la colección del museo no habilitaba, en los hechos, un memorial anómalo? De eso hay que hablar: de la anomalía que este museo significa, y que en ello reside, justamente, su valor más estricto.

Lo hago recordar: no existe en la historia del arte contemporáneo un museo nacido de la voluntad del arte de enfrentarse a los monopolios de las comunicaciones. ¡Si! el arte contra los medios. Esa es una enseñanza para los tiempos que corren.

¿No habrá querido, Isabel Allende, hablar de un Centro de Documentación? Aún así. ¿En virtud de qué política de recolección documental? ¿Se recuperarán los decretos presidenciales de Allende? ¿Sus propuestas de ley cuando fuera parlamentario? ¿Sus discursos de campaña? ¿Habrá un "fondo sonoro"? O sea: "de qué habla Isabel Allende cuando se refiere a un Memorial? ¿O habrá exposiciones diversas sobre la UP, así, en general? ¿Con qué guión? ¿Expondrán colecciones de afiches? ¿De panfletos antidictatoriales? ¿De fotos? Así no se construye un Memorial. Tampoco un Centro de Documentación ni un Archivo.

La Fundación podría instalar un Archivo Allende. Aún así sería preciso que señalara un plan de desarrollo de archivos, definiendo prioridades y sistemas de recopilación, almacenaje, fichaje, reproducciones, etc. Incluso, la Fundación podría producir la gran empresa de montaje de la biografía de Salvador Allende. ¡Pero ni siquiera! Eso supone organizar el trabajo de equipos de investigadores, de acuerdo a un plan de ruta establecido por un comité de expertos. La producción de biografía tiene sus leyes y podría constituir, por si sola, el objetivo de una fundación destinada a producir memoria. ¿Es de eso que Isabel Allende está hablando?

Pero no: Isabel Allende habla de un Museo, un Memorial y un Centro Cultural. Y se le agrega la sede de la propia Fundación, en esa casa del barrio República. O sea, ella pretender hacer "un Pompidou allendista" en esa casa. Pero carece de conceptos claros sobre el rol de cada área. Su propuesta carece de todo rigor, porque no explicita conocimiento alguno del campo en el que intervendrá.

Isabel Allende habla de un Centro Cultural, sin exponer políticas de administración de públicos diferenciados. Un centro cultural es una entidad destinada a la "animación social y cultural". ¿Será ese el propósito de una Fundación destinada a proclamar la vigencia del Nombre Allende? ¿Y por qué no un Centro de Estudios Políticos? La propia Fundación parece no tener clara su misión.

Sin embargo, la experiencia indica que una misma estructura que acoge un centro, un museo y un memorial debe disponer, no solo de una noción flexible de conducción multipropósito (sic), sino de tres modelos de dirección diferenciadas. ¿Cómo podrá asegurar este complejo y contradictorio modelo de gestión?

En el museo se necesita una dirección que defina sus necesidades curatoriales, de conservación, de restauración, de acuerdo las actuales exigencias de la dinámicas museal contemporánea.

En el Memorial se requiere de un curador-conservador que ponga en valor el Nombre, mediante un guión educativo centrado en la biografía, por adelantar algo. Ya que no sabemos de acuerdo a qué modelo de memorial se adscribe.

El centro cultural debe tener un propósito más específico que replicar el modelo de los institutos binacionales o el modelo de Estación Mapocho. ¿Cuál será su referente? No se sabe. ¿O solo estaba pensando en una "peña" para estudiantes? Probablemente imaginó que sería bueno disponer de una salita para dar películas de "cine arte". Tendría también un café que podría darlo en concesión al Tavelli. Y también, podría ocupar una de las salas destinadas al museo, a su exposiciones temporales, para darle oportunidades a los artistas jóvenes. Todas estas actividades corresponden a las de un "centro de extensión" universitario, que como sabemos, solo son espacios de promoción y de relaciones públicas.

Isabel Allende, antes de su jubilación de la política parlamentaria, dirige sus inversiones hacia la gestión cultural. Pero nada justifica el desmantelamiento institucional del Museo de la Solidaridad Salvador Allende. Aunque exhiba la auto/complacencia relativa al goce del hecho consumado, nada de eso justifica que destruya un museo para hacerse de una nueva profesión.

¿No sería más exacto -para el desarrollo del arte chileno- que el Museo de la Solidaridad Salvador Allende fuera un ente separado de la Fundación Allende, que permaneciera en el edificio de la calle Herrera, con el consiguiente plan de refacciones estructurales, y que la mentada Fundación se instale en la casa de República, con todo lo que se le ocurra meter en ese recinto?

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