El Humor con Humor se paga.
Justo Pastor Mellado.
Mayo 2005

Al leer el Documento Oficial para la Cultura Ceremonial del Bicentenario, se advierte una carencia. No hay satisfacción de la vertiente proletaria. No es un documento escrito desde la perspectiva de los intereses del pueblo en su conjunto. Si bien es cierto, en el período actual resulta más que probable que estos intereses se hayan diluido con los pactos de gobernabilidad de diverso calibre que han tenido lugar a nivel de lo cívico.

No cabe duda que la discusión se ha desproletarizado desde que existe el Modelo Estación Mapocho. Numerosos analistas de condiciones de estabilización programática lo han señalado en múltiples foros: en Cultura, la gran victoria de la Concertación ha sido Mapochizar el debate; o sea, convertirlo en atributo de Feria.

En este proceso de acumulación de fuerzas en la constitución orgánica de las audiencias, Guadalajara fue el momento decisivo en esta batalla. Pero fue en Sevilla que partió todo, con el monumento a la Ruta del Frío. Ese fue el momento del triunfo de la cultura exportadora, ya que resumió en un solo objeto, la capacidad de instalar la idea de la cadena de valorización de un producto. El comercio siempre va a la vanguardia de la cultura. El intercambio de bienes precede al tráfico de los conceptos. Eso es sabido desde que la filosofía griega pasa a Occidente por los Pirineos, después de que habían sido establecidas las rutas de intercambio de mercancías, incluidas las teológicas.

En Chile, fue la Ruta del Frío la que marcó el comienzo de la reversión proletaria. Eso aparece muy bien descrito en las novelas de Arturo Fontaine y no en los folletines de Eugenio Tironi. Lo Cultural dejó de ser un Frente de Lucha y pasó a ser un Espacio de Construcción del Consenso; o sea, de Consumo Discursivo.

Eso estuvo claro desde antes del Plebiscito. Había que excluir de sus funciones a todos los comunizantes de ese nicho, para poder instalar a los mercantilizantes de apoyo. Por eso nombraron a Antúnez director de la más grande sala de ceremonias de la Transición. Los rencorosos se vengaron desplazándolo del premio nacional de arte. Eso es imperdonable.

Para mapochizar la cultura basta con incorporar a un mapucista de segundo orden en el nuevo socialismo o a un excomunista con síndrome de abandono del nido. En los comienzos de la Transición Democrática los había por centenares. De ahí que los Mandos Medios construyeron la nueva cultura administrativa que dio sentido a la permanencia de la Concertación convertida en Cultura de la Socialité.

Todo esto da para un Estudio sobre Constitución de Mercados Subalternos al interior de la Clase Política. Es el momento en que los Agentes Culturales aparecen para servir de enlace entre las Relaciones Públicas en sentido moderno, y la explotación blanda del mítico sentido de pertenencia partidario. La exactitud de las nuevas constituciones se afianza en una lectura invertida de Guy Debord. Esta es una especial particularidad de la escena intelectual chilena. Me hace pensar en la hipótesis de Armand Mattelard, acerca del "leninismo" de la burguesía chilena en la coyuntura del 73.

La clase dominante de la Transición ha practicado, sin saberlo, una aplicación invertida de la crítica de Debord. Por eso ha sido tan eficaz. El imperativo del Espectáculo ha transformado la política en un Asunto de Comunicación: primacía literal del signo. En este terreno, se dice que Bachelet debe seguir vistiéndose mal porque satisface el rencor de las corporalidades que no calzan con los patrones de la aeróbica y la anorexia limítrofe.

De ahí que los esfuerzos de Weinstein para fijar el rumbo y la consistencia de su cruzada administrativa estén condenados al fracaso. La cultura no está allí donde él dice que está. La decretalidad de la nueva economía ha desplazado el centro cultural hacia el mall, que a su vez, ha sustituido la noción moderna de parque público. Ha habido, en sentido estricto, una transformación de la idea misma del paisaje. Este ha devenido inalcanzable. Por eso, el gran éxito de la moda out-door. Incluyendo la versión 4x4, que permite revertir la aventura y localizarla en el pequeño formato urbano de la Costanera Norte, que es toda una Metáfora de la Accesibilidad Discriminatoria. El goce de trasladarse en un bólido excesivo, para cumplir trayectos blandos y cortos. Es la nueva estética de la tensión simulada. Todo parece ser. De ahí, el reality es síntoma recompositivo de una realidad insuficiente.

Respecto del marco anteriormente esbozado, los proletarios quedaron sumergidos en la referencia discursiva, con olor a tinta de mimeógrafo. He ahí la paradoja. La única perspectiva de los proletarios ha sido cambiar de frente de lucha. Han entrado, definitivamente, a la clandestinidad. Es decir, han entrado a organizar actividades ilegales que garantizan la equidad del acceso a ciertos instrumentos de control social. Me refiero a la piratería. Por un lado, está la legalidad del consumo cultural, donde el TAG resulta ser un signo de pertenencia; por otro lado, está la ilegalidad de la piratería que, en términos estrictos, reproduce, reformulado, el espíritu lautarista, que consiste en asegurar la democracia de base, poniendo en pie dispositivos de acceso no oficial a la equidad, practicando la ilegalidad blanda de la piratería como micro-política afirmativa de las clases subalternas.

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