Inauguración de una Pintura Alusiva al Triple Crimen .
Justo Pastor Mellado.
Julio 2005

En la página editorial de El Mercurio del 2 de julio se ha publicado un análisis bajo el titulo "Recriminaciones descomedidas", en el que se sostiene lo siguiente: "Aprovechando la inauguración de una pintura alusiva al triple crimen, en 1985, de tres dirigentes del PC y del FPMR, (el presidente) criticó "la ética de aquellos que no la tuvieron ante estos hechos" ". Ante lo cual, el senador Novoa replicó: ""El hecho de que haya habido violaciones a los derechos humanos no le justifica a nadie robar".

Ya he señalado en mi columna de La Nación, la inconsecuencia presidencial al habilitar la comparación del senador Novoa. ¿Por qué haber bajado al patio chico, en Santiago, cuando en Asunción, el 19 de junio, asistí a una de sus clases magistrales de política pública? Por defender la categoría de sus Favoritos, olvidó la naturaleza de su estatuto, siendo el responsable del fortalecimiento de la Función Presidencial en nuestra escena política.

El 19 de junio, Ricardo Lagos se dirigió a Asunción para asistir a la reunión de presidentes del Mercosur. Desde el aeropuerto se dirigió directamente al Museo del Barro, para inaugurar la exposición de José Balmes. El año pasado, Gracia Barrios había expuesto en dicho museo, fortaleciendo aún más las relaciones autónomas e independientes que desde hace casi una década se han desarrollado entre la escena plástica chilena y la escena plástica del Paraguay.

El Museo de Barro se ha convertido en un dispositivo de los más significativos del circuito regional. Exponer allí permite desarmar la percepción que se tiene de Chile, como un país que le da vuelta la espalda a América latina. Los artistas han anticipado en sus obras y en sus manifestaciones lo que la política y la diplomacia han tardado en implementar.

El presidente Lagos así lo entendería y por eso, desde el aeropuerto, se dirigió al museo. Eso le permitía demorarse en su arribo a la reunión de presidentes. Pero se trataba de una demora en la que su gesto era percibido como un compromiso directo con una iniciativa cultural de la sociedad civil, como era ese museo. De ahí que, a su arribo, agradeció la recepción y dio inicio a una corta intervención, en la que instaló un criterio de relaciones entre Cultura y Economía, en el marco de lo que debían ser los encuentros entre presidentes.

En el fondo, estaba marcando una diferencia con el gesto de inaugurar la exposición de José Balmes. La cual, en un segundo momento de su discurso, le permitió hacer algunas precisiones sobre Exilio e Historia. Para entroncar, en un tercer momento, con una mención a la pintura de Gracia barrios. No a la pintura en general, sino al cuadro de Gracia Barrios que lo ha acompañado desde su oficina del Ministerio de Educación, al Ministerio de Obras Públicas, y luego al palacio de La Moneda. Lo que en términos narrativos se convertía en un relato curricular, se convirtió en una confesión presidencial, en la que Ricardo Lagos admite que, cuando debe tomar importantes decisiones, le resulta imposible no enfrentarse a las siluetas de esos cuerpos pintados por Gracia Barrios, que le recuerdan la naturaleza de su compromiso político.

Es verdad: no es la norma que un político haga una infidencia de este tipo. Manifiesta y reconoce el peso simbólico de las siluetas, de las sombras acarreadas de los cuerpos faltantes, de los contornos sinuosos que delimitan la sobria completud de las esperanzas de unos ciudadanos. A raíz de esa precisa y honesta referencia personal a los afectos entre política y pintura, que conmovió a esa audiencia que lo escuchaba en el museo, que lo instalaba como u personaje en una Escena Internacional eminente, que resulta difícil aceptar sus argumentos de patio chico en la Escena Interna.

Resulta en extremo curioso que nada se haya mencionado en la prensa de la inauguración del presidente Lagos en Asunción. Es como para pensar que sus propios servicios boycotean el alcance de sus grandes intervenciones. Balmes sirve para afuera, pero su contiguidad perturba en el interior. Siendo miembro del Consejo Nacional de Cultura, hay quienes lamentan su "discurso comunista", porque apunta a señalar situaciones institucionales francamente impresentables. ¿No estaremos ante una campaña de anti-comunismo blando, que abarca un mismo frente, desde El Mercurio hasta el Gobierno?

De todos modos, el presidente Lagos y José Balmes se encuentran el viernes 24 de junio, en el Ministerio de Obras Públicas. En efecto, se inauguraba el montaje de unos cuadros de Balmes. Uno de ellos era "Al alba, camino a Quilicura". El otro se refería a la situación biográfica de su arribo a la casa de la calle San Isidro, en septiembre de 1939, después de desembarcar del Winnipeg. Si revisamos El Mercurio de esos días, nos daremos cuenta de su manifiesta hostilidad ante el arribo de los refugiados españoles.

Sin embargo, el editorialista de El Mercurio hace economía del cuadro relativo a la calle San Isidro y señala: "inauguración de una pintura alusiva al triple crimen, en 1985, de tres dirigentes del PC y del FPMR". Me pregunto, de inmediato, ¿eran, en efecto, tres dirigentes del FPMR? ¿No le resulta posible, a El Mercurio, separar al PC del FPMR? Pequeña distinción, probablemente retórica. Sin embargo, la juntura PC-FPMR, en la misma semana que en Buenos Aires se realiza el juicio de extradición de Apablaza, sindicado en causas como autor del asesinato de Jaime Guzmán y del secuestro de Cristián Edwards, apunta a descalificar por contiguidad, no solo la "inauguración", sino la propia "pintura alusiva". Ya deja de ser alusiva a un acto de violación de derechos humanos, sino que pasa a ser alusiva a un asesinato y a un secuestro.

Lo que El Mercurio no dice, es que fue Balmes quien en su presentación de la pintura, hizo mención a la sobredimensión que adquiría el dinero en el discurso de la Derecha, en proporción directa a la omisión de su responsabilidad en hechos de violación de derechos humanos. La respuesta del editorialista se verifica en la asociación de las siglas de pertenencia de los tres dirigentes muertos, que permiten asociar la letra con el contexto de una puesta en función de lectura de la frase no escrita, sin embargo suficientemente inscrita, por la cual esos dirigentes, "bien muertos están".

 
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