EL DESEO DE TITULARIDAD Y CERTIFICACION.
Justo Pastor Mellado.
Noviembre 2002

En Cartografías del deseo el título se presenta como diagrama de un gesto curatorial. En el título está contenido el alcance estratégico, pero no decide la visibilidad de su retroversión. El título proviene de la obra de Félix Guattari, editada por Francisco Zegers editor, a comienzos de los noventa. Corresponde a una selección de textos realizada por Miguel Norambuena, quien además, ejecuta el trabajo de traducción. Sin embargo, existe una edición anterior, con el mismo título, publicada en Brasil, por Suely Rolnick, psicoanalista institucional. Cartografías del deseo resulta ser una magnífica compilación de las intervenciones de Guattari en el viaje que realiza por Brasil, en 1982 [1986, Editora Vozes Ltda]. Recoge con particular delicadeza y precisión, mesas redondas, conferencias, guiones de conversación, entrevistas a la prensa, debates radiales, sobre la micropolítica del deseo.

Primera pregunta: esta exposición que toma por título Este Título, ¿se plantea como una operación micropolítica? Esa es mi duda, al menos. Una cosa consiste en pensar que las obras son universos de complejidad singular que ponen en escena una dinámica de microintensidades. Otra cosa es la políticas de carrera y los retoques de la posición histórica que los artistas modelan, para inscribir de modo autoritario, su nombre, en la trama de recomposición analítica. En términos estrictos, los artistas totémicos ligan el destino de la historia a los efectos de su seminalidad craquelante.

Recuerdo un film: Et que la fête commence, de Bertrand Tavernier. Una mañana, la corte de Francia amanece presa de gran agitación. El delfin, el futuro Luis XV, ha estampado en la sabana su primera polución nocturna. Está en edad de procrear. De fijar su herencia. De asegurar la filiación. Entonces, ¿cómo le llaman en lenguaje coloquial a esa primera polución? Une carte de France. (Una mapa de Francia). Lo extraordinariamente lúcido de esta proposición reside en que la diseminación del monarca garantiza la reproducción de la Nación, porque El es, el cuerpo fundador de ésta. Previa inscripción craquelante de su manchita sobre la sabana-mortaja. [Al respecto, desde aquí, releer la fascinación dittborniana por la frase “lo que en la teta se mama, en la mortaja se derrama”, en cuanto al poder de la digresión eyaculante como determinante pictórico]. Por eso, en las artes visuales chilena, jamás se podrá pensar en la diagramación de una “escena moderna” mientras funcione el inconciente oligarca en la organización del campo . He ahí el peso del inconciente de las representaciones cristianas: la pentecostalidad del arte chileno. Justamente, en este terreno, la existencia de la Facultad de Arte de la Universidad de Chile de “antes de la guerra”, competía contra la seminalidad oligarca con la seminalidad plebeya, partidariamente garantizada. Primero, radical, luego, comunista. Es así que la micropolítica del deseo –hipostalinistamente garantizada- excluía la masturbación. Atravesada por el imperativo de la vanguardia genital-leninista –la chispa que encenderá la pradera- la seminalidad plebeya buscaba siempre satisfacer su deseo de fecundación progresiva de la Historia mediante la garantización partidaria. Pero hoy, esa Facultad, no garantiza la micropolítica del deseo, en la dimensión que la “letra” del texto guattariano le señala como exigencia de un entramado rizomático. Precisamente, porque el recurso a la relación “padrino/ahijado” como soporte de trabajo, desautoriza la rizomaticidad de los procesos. Cierto: el “ahijado” es, un fruto, del país.

artículos relacionados
[deje sus comentarios en el
Pizarrón de Mensajes]
   
www.sepiensa.cl

 

Sitio Web desarrollado por ©NUMCERO-multimedia - 2002 [webmaster]