La Fóbia Púbica Chilena

He sostenido que el proyecto de Luizo Vega cuelga de un pelo de más. Es decir, que el límite de la tolerabilidad se anota en la zona pubiana. Finalmente, en Discovery Channel los niños chilenos ya han visto suficientes senos al aire, en documentales etnográficos.

Pero cuando se trata de pubicación, no hay etnografía diferida que los salve. Ahá entra la “instancia Senbame” a operar. El asunto se pone grave.

Curiosa, esta fobia chilena a la pubicación; es decir, a la ostentación del pubis. Más aún, cuando Luizo Vega le hace portar a la chica una boa. Eso sería fatal en la disputa. La boa es un simulacro de esa culebra chilena que se alimenta de leche de vaca, colgándose de las hubres. Gracias a la alimentación reforzada, que deja a las vacas sin recursos, luego le crecen pelos y aumenta considerablemente de grosor. La boa es un sustituto fálico ambivalente, que exhibe por un lado, una inquietante flexibilidad, propia de los miembros fláccidos, y que por otro lado, remite a la capilaridad absorbente de ciertos microorganismos. Es interesante advertir que en el exceso de mostración de la vellosidad en la boa, lo que se expone es el temor a que se corte el hilo, que se verifica tan delgado como un pelo.

En Chile, los nombres cuelgan de un hilo muy delgado.

Es lo que he advertido en los relatos de recuperación de algunos cuerpos rescatados de fosas desde enterramientos clandestinos. Es conocido el caso del joven que se arranca un mechón de pelos para compararlos con los cabellos que todavía pueblan los restos de su padre, cuyo cuerpo, acribillado, es recuperado en Pisagua. Ese ha sido mi emblema para el estudio de las filiaciones en el arte chileno. Todo cuelga de un pelo.

Del mismo modo, siempre he referido la importancia de la pintura del Mulato Gil de Castro. Me refiero al retrato de Don Juan Martínez de Luco y su hijo don José Fabián, que se exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes.. Padre e hijo, muy lampiños, sentados de medio perfil. El niño sostiene en su mano izquierda, en el borde inferior del cuadro, una cajita en la que aparece pintado en miniatura un mono con navaja, frente a un espejo. Siempre he pensado que es la amenaza de corte, la que opera en ese detalle. La amenaza de corte republicano, por cierto. Y además, la amenaza del advenimiento del “pelo duro” o del “medio pelo”, que ingresa en el nuevo escenario social de la república. ¿La Res Publica? ¿La Res Púbica?.

Lo que causa horror, en Chile, es la pubicación de los discursos, porque (allí se ) enrredan (mucho) las nociones. Por eso se explica el dis/gusto popular ante la acumulación capilar de Carlos Leppe en el mismo Museo Nacional de Bellas Artes, en octubre del 2000. Y su llegada, más aún, en la performance Los zapatos de Leppe, bajando de un taxi Lada, con el cuero cabelludo exhibiendo los efectos de un corte a mordizcones, como un tiñoso. Y después, para terminar, embadurnandose la cabeza con caca, para empotrarse un falo de cerámica precolombina.

Cuando expuse este relato, en el marco de una ponencia en un respetable congreso de historiadores, un profesor de Toronto me hizo la siguiente observación: pennis – shit (pene – mierda) “pino-chet”.

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