Uno de los problemas de los administradores del FONDART, pasadas las fondas y rebajado el espíritu de feria, se localiza en la re-formulación de sus bases; si no, de su constitución.
Si quienes más sufrieron con las reformas a la ley Valdés fueron las corporaciones de gestión de recursos, la re-formulación de las bases del FONDART podrían incorporarlas como agencias de canalización.
Al cabo de una década, si el FONDART tuvo que luchar –en artes visuales- contra el síndrome FOSIS , ahora se puede re-orientar por la vía del corporacionismo . De este modo se nivelaría “hacia arriba”, para darle el gusto al espíritu empresarial. Con todo, en este contexto, no hay que dejar de preguntarse por la responsabilidad que tienen los artistas en la deflagración de los standards de “calidad”.
El FONDART fue, siempre, abordado con criterio de jubilado. No han tenido mejor destino los concursos de la Comisión Antúnez (MOPTT). ¡Ni fondarización; ni moptización! ¡Ya está bueno! No hay que echarle la culpa empedrado: de Metropolitana a Animal, la academia clasemediana pacta con la estética de la academia ABC1.
El problema es la academia, porque los lugares en que sucede el arte, son reversibles . Ya lo he dicho: simbólicamente, es Animal quien necesita a Metropolitana. La ficción del “otro” es fabricada en Vitacura, pero no está (no reside) en Vitacura.
Lo que define el “arte de bases” es que se autoriza como concursable “para-poder-pasar-por-Paris”. O sea, la “fondarización” es la línea crediticia para Poder llegar a Animal-Balmaceda-Mistral-Metropolitana y ocuparla como Significante “vacío”. Toda la filosofía–arcis-la-chile ha sido formularizada para encubrir el costo político del crédito.
Ahora bien: ¿Cuál podría ser el destino del FONDART?
Habría una respuesta de gestor: ¡acreditarse! Esto es, convertirse en crédito. ¡Ahí está! Trasladar al FONDART hacia el campo de las PYME y hacer del artista un pequeño empresario . Esa es, en definitiva, la meta de la nueva institucionalidad cultural. Los editores, los cineastas, los teatristas, los músicos, así lo han entendido. ¡Y los escultores también!
¿Qué es lo que persiguen las autoridades del FONDART? Asegurar las líneas de crédito y de credibilidad para las artes industrializables . Las artes visuales no pueden entrar en esa lógica, a menos que la musealidad se industrialice en forma. ¡Pero si ese es el objetivo último del FONDART! Producir discriminación industrial de las prácticas. Ese es el objetivo: desmantelar la artesanalidad de las artes, musealizando el campo. Para ello, hay que subordinar los montajes de las exhibiciones a la industria del interiorismo; y ésta, a su vez, ponerla a la zaga de la industria de ediciones.
La única forma de fortalecer a los museos es hacerlos formar parte de una cadena editorial. Hay que convertirlos en espacios de marketing directo, donde las exposiciones pasen a ser solamente una excusa de buen nivel, para la puesta en el mercado de un libro de arte. El cual debe cumplir dos funciones: servir de órgano difusor (catálogo de arte) y de adorno monumental en el interiorismo emergente de la post-transición. Es decir, de mesas bajas, minimalistas, con lámparas italianas, sin niños cerca.
La musealidad puede configurar un espacio de rentabilidad dinámica, incorporándose de modo responsable a la industria cultural pesada y disputar con las demás artes de la representación un lugar de privilegio. Pero esto solo será posible si las artes industriales destierran a la pintura, a la escultura, al grabado, al lugar al que debieron haber sido enviadas hace ya tiempo; al universo de las artesanías y las manualidades sofisticadas.
La instalación, por su parte, debe ocupar un terreno como puesta en escena fotográfica; por lo tanto, dependiente de la industria editorial a través de un nicho destinado al nuevo género. ¡Y los multimedia! ¡Que funcionen como espacios de reforma y anticipación estética de la TV y del cine! De este modo, este nuevo FONDART podría editar las bases de una revolución formal sin precedentes.
En verdad, las artes visuales son un espacio demasiado importante como para dejarlo en manos de los que hoy se reconocen como artistas visuales. En términos estrictamente estratégicos, o sea, industriales, el FONDART debe promover la sustitución de las artes visuales por el cine, y al mismo tiempo, subordinar el teatro a las narrativas televisuales. De este modo, podremos reconocer en el cine , al verdadero espacio de artes visuales . El FONDART, entonces, habrá colaborado de manera decisiva a que la industria de la puesta en escena domine la producción de imagen.
Septiembre 2004.