En el debate sobre la posibilidad de una bienal en Santiago, durante el coloquio “Del Monumento al Documento”, hice mención a dos situaciones ocurridas durante el gobierno de la UP. Es decir, hice depender la posibilidad ideológica y conceptual de una bienal desde dos operaciones que pueden ser entendidas, con una cierta perspectiva histórica, como instancias de pre-bienal. La primera de ellas era la formación del Museo Allende. La segunda, el proyecto de Gordon Matta-Clark de hacer una “contrabienal” de Sao Paulo, desde Santiago de Chile.
Siempre he pensado que el Museo Allende es un acontecimiento extraño, único. No es común que unos intelectuales y unos artistas hayan pensado apoyar al gobierno de Allende, en sus intentos por romper el boicot informativo propugnado por El Mercurio, formando un museo. Nótese bien: no constituir una colección en un museo ya existente, como el Museo de Bellas Artes, sino formar uno nuevo. O sea, la formación de un museo como un acto polÃtico. Es decir, siempre, la formación de un museo ha sido un acto polÃtico. Sin embargo, ese pequeño detalle parecÃa olvidado.
Entonces, en ese contexto hay que tomar en consideración la carta que Mario Pedrosa redacta para Picasso. En ella le pide que saque el “Guernica” de los Estados Unidos, porque este paÃs produce un “Guernica” al dÃa. Y que esa pintura debe relocalizarse en un lugar en el que se construye una sociedad libre. Lo que le pedÃa era que trasladara la obra al nuevo museo que se estaba formando. La carta iba a ser firmada por numerosos artistas. Pero nunca fue enviada. El hecho es que fue escrita y que señala la existencia de un sÃntoma.
En esa misma lÃnea se puede comprender el manifiesto que redacta Matta-Clark, en la misma época. Pero este señalaba la necesidad de realizar una “contrabienal”, como respuesta a la polÃtica represiva de la dictadura brasilera. No sabemos si Matta-Clark en su viaje a Chile, en 1971, hizo contactos con el mundo polÃtico y cultural chileno en esa perspectiva. El hecho es que tanto la carta de Pedrosa como el texto de Matta-Clark son expresiones de un cierto “espÃritu de época”. El primero, convirtiendo la decisión de abrir un museo en acto de resistencia, el segundo, haciendo de una bienal un dispositivo de resistencia cultural. Estas dos referencias pueden ser instaladas como antecedentes singulares en la discusión actual sobre la posibilidad de una bienal en Santiago. Ese “museo” y esa “bienal” serÃan dos iniciativas de resistencia que habrÃa que estudiar para dimensionar una bienal, hoy, como gesto polÃtico de aceleración de transferencia artÃstica.
Ahora bien: en el proceso de producción de la muestra “Efecto Downey”, que tendrá lugar en Telefónica de Buenos Aires, en junio próximo, Mario Navarro ha planteado un trabajo que recupera otro “incidente” polÃtico-cultural ocurrido durante la UP. Se trataba de un revolucionario sistema de comunicaciones que conectaba a todo el paÃs y que algunos calificaron en su momento como “una especie de Internet socialista”.
Mario Navarro leyó sobre este proyecto en un artÃculo que publicó The Clinic, hace unos años. Pero se puede obtener información a partir de un artÃculo escrito por Andy Beckett en The Guardian, retomado por el diario ClarÃn, de Buenos Aires el 12.09.2003, bajo el tÃtulo “La insólita historia de «la Internet socialista de Salvador Allende»”. También se puede recurrir al sitio web “Cultures electroniques”, donde se consigna una nota de Jens Hauser, publicada en Berlin el 2.02.2004. En esta nota el autor se refiere al trabajo del escritor berlinés Peter Bexte que, en la Transmediale 04 presenta un trabajo sobre un capÃtulo poco conocido de las utopÃas del progreso. Allà le hinca el diente al cliché que sostiene que toda nueva tecnologÃa proviene de un uso militar. Por el contrario, Jens Hauser se hace la pregunta: “¿Y si el primer Internet no hubiese sido una invención del aparato militar del Pentágono, sino la de una sala hexagonal cibernética durante la Unidad Popular, a comienzos de los años 1970?”. Justamente, esta es una de las preguntas que se formula Mario Navarro para concebir una instalación que presentará en la próxima Bienal de Liverpool, en octubre próximo, pero cuyo enunciado formará parte de su trabajo en “Efecto Downey”, en junio, en Buenos Aires.
Sin duda, este trabajo de Mario Navarro se incorpora al debate sobre una bienal para Santiago, en el intento de recuperar antecedente de acciones comunicacionales de “resistencia cultural” concebidas durante la Unidad Popular.