LECTURAS ENCADENADAS (4).

El Mercurio pretende demoler la memoria truncada de los exilados eminentes con la sola exhibición de documentos que, antes de cualquier consideración, los incriminarían de omisión dolosa de relatos históricos complejos. Frente a esto resulta necesario recordar que de omisiones consecuentes están edificadas las carreras políticas de quienes invirtieron sus ahorros en el olvido de sus referentes. Lo importante, para El Mercurio, es poder afirmar que algunos de los involucrados prefieren “dar vuelta la hoja”. ¡El mismo diario da vuelta sus propias hojas en relación a la memoria de su propia complicidad con la dictadura, cayendo en el mismo pozo argumental de sus enemigos! Aunque en sentido estricto, no hubo complicidad verdadera, sino más bien fundación argumental específica, en el sentido que el periódico fue el organizador colectivo de la reoligarquización simbólica y material de la escena nacional.

En función de esa reordenación del imaginario de las naciones, El Mercurio no identifica a los sujetos, sino que expone el resumen de informaciones en las que no declara el contexto en que fueron obtenidas las declaraciones que implanta. De modo que no se sabe bajo qué que condiciones fueron recogidas las declaraciones del senador Ricardo Núñez, aunque a estas alturas eso ya no tiene sentido preguntárselo, puesto que el periódico  lo “hace hablar” a su antojo y decir mucho más allá de lo que pretendía.

Aquí es cuando pasamos a un frente superior de exhibición problemática, en cuyo marco las declaraciones del senador socialista nutren la mejor antología del care-rajismo historiográfico. No es justo ni equitativo, política ni éticamente, aceptar hoy día el relato por el cual un académico superior de la Universidad Técnica del Estado de inicios de los años setenta, diga “que tomó conciencia de lo que pasaba cuando dejó Alemania por el socialismo más renovado de España”. Eso quiere significar que antes de haber sido exilado,  no tenía conciencia del carácter totalitario de la Alemania Democrática.

Esta declaración nos habla del nivel y consistencia de la cultura política, que el hoy senador tenía a comienzos de los setenta. Habría que preguntarle cuáles eran esos obstáculos “epistemológicos” que le impidieron tomar conciencia del carácter de dicho régimen, más aún, cuando disponía de la herramienta analítica -el materialismo radical- más adelantada para el estudio de las sociedades humanas.

Recién tomó conciencia cuando abandonó Alemania y se fue a alojar a la residencia  del socialismo renovado por los españoles. Pero la familia que dejó en Berlín perdió varios beneficios, a raíz de su toma de conciencia que los alemanes interpretaron, probablemente, como una defección. Pero lo que debe llamar la atención es el asunto de los beneficios que, como exilado eminente, gozaba. Beneficios que provienen de un cierto acuerdo en el terreno de las relaciones políticas, entre partidos de la resistencia chilena y funcionarios de un Estado democrático-popular.

No hay que ser injustos, porque en verdad, el senador Núñez tenía sospechas, aunque lo que dice en El Mercurio del primero de febrero no tiene valor alguno. Lo realmente consecuente hubiese sido sostener estos dichos en el momento de su salida de Alemania; pero como sabemos, en este momento él no sabía que “eso es lo propio de un tipo de dictadura que hace de los servicios de seguridad el factor fundamental de dominación y sometimiento de un pueblo”. Cuando ese país ya no existe, declaraciones de esta naturaleza resultan ofensivas para la propia memoria histórica. Sobre todo, cuando declara que nunca vio a un espía de lentes oscuros cerca de su casa. Lo cual significa banalizar el tema de un modo doblemente ofensivo. Si tuvo privilegios, en ellos residía el carácter de su eminencia como exilado.  No era necesario que ningún espía se pusiera los lentes,  puesto que el propio senador participaba de los principios orgánicos que sostenian el propio trabajo de esos servicios, antes de viajar a conocer el socialismo renovado. En la construcción de las retaguardias partidarias, el senador apuntó correctamente, ya que prácticamente un gran contingente de compañeros de generación política, tomaron una conciencia similar a la suya y se pudieron bajo la protección del PSOE. La palabra alojamiento y protección son claves para comprender este deslizamiento orgánico, desde el socialismo no renovable hacia el socialismo renovado. Imaginando cómo forzar los argumentos para que la discursividad allendista sirviera de fundamento a la hipótesis precursora de la propia renovación, de modo que el propio Allende habría sido producido como un renovado avant-la-lettre, para poder endosar las letras que firmaron por los costos del nuevo alojamiento.

Lo que El Mercurio no puede investigar, porque en ese terreno lo mata la pasión punitiva, es el desplazamiento de la teoría chilena del socialismo, desde su versión leninista hacia su inversión española. Es de imaginar que los desplazamientos de la teoría que tuvieron lugar en Alemania Federal, en Francia y en Italia, dieron lugar a complicidades que determinan las posiciones de verdaderas tribus y facciones, cuyas lealtades provienen de los pactos de silencio que se forjaron durante los exilios ya diferenciados.

Entonces, el conocimiento que el senador Núñez adquirió gracias a su analogía dependiente con los nuevos presupuestos del socialismo renovado español a través de la cooperación teórica, de la cual esperamos algún texto o documento en el que haya consignado su toma de conciencia,  será distinto del que adquirieron otros exilados que no fueron acogidos en democracias populares; lo cual hace que la diferencia de roles en los gobiernos de la Concertación sea apreciable. El exilado Arrate y el exilado Ominami tuvieron una experiencia más exitosa. Sin necesidad de exhibir su nueva toma de conciencia acerca del carácter de los regímenes aquellos, lograron una mejor colocación de sus inversiones en los gobiernos que ya sabemos. Admitamos que en  este terreno, existen jerarquizaciones enojosas que están directamente determinadas por la poca densidad de las retaguardias partidarias, en un momento en que las personalidades individuales invierten su discursividad para levantar recursos autónomos que les permitieran regresar al frente interno, con recursos propios. Ese fue uno de los más grandes aprendizajes del exilio alojado en países de recomposición socialista, sobre todo después de la elección de Mitterrand.

Entre tanto, mientras el socialismo renovado hacía tomar conciencia al senador Núñez sobre la naturaleza de los totalitarismos,  la ciencia española de la interpretación histórica causaba estragos  en la izquierda chilena; sobre todo, a partir de la circulación del libro de Claudín sobre “eurocomunismo y democracia”. Un libro que fue literalmente censurado en la izquierda fue el de Jorge Semprún, “Autobiografía de Federico Sánchez”. En plena dictadura, bajo la necesidad de sostener leninistamente las organizaciones clandestinas, la lectura de Semprún resultaba inapropiada porque revelaba la superchería orgánica en función de la cual los militantes arriesgaban la vida. Y por otro lado era severamente criticado por los renovados de nuevo cuño, porque ser considerado un libro odioso que exponía situaciones partidarias internas que no correspondía, en esa fase de la lucha. Lo que el senador Núñez no dice es si el socialismo renovado que aprendió en España fue el de Alfonso Guerra o el de Felipe González; que en términos de lectura  de la corrupción política, han anticipado algunas severas lecciones que hacen pensar en el destino crediticio de la renovación socialista.

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