El Viaje a Cuba ha sido, realmente, la Novela del Verano 2009. Si se quiere saber como estructurar un guión, lo mejor es seguir el modelo del viaje. De partida, en todo viaje hay un enigma por resolver. El héroe inicia el camino, a lo largo del cual se irá asociando a fuerzas que van a colaborar con su propósito y tendrá que sortear las dificultades de quienes desean impedir su cometido. Por momentos, algunos agentes que aparentemente son oposición, se revelan como ayudas de inestimable valor, mientras que aquellos que suponÃamos aliados, en verdad, son quienes obstruyen y trabajan por impedir que el enigma se resuelva a favor del héroe.
El problema es que la ciudadanÃa, la “gente de a pie”, no sabe cuál es el enigma. No puede saber. No está en condiciones de saberlo. Todo está construido para que jamás lo sepa. De manera que nadie sabe cómo seguir el debate. Porque existe una razón de Estado que no exhibe las verdaderas razones de su accionar y debemos conformarnos con que el viaje, en su guión, ha sido preparado por CancillerÃa en función de un análisis cuyos términos la ciudadanÃa desconoce. Nada de lo que se dice, funciona como explicación, porque tratándose de Cuba, hay que pedir por abajo. Eso lo sabe cualquiera. El sobrecalentamiento ideológico de las tareas de Inteligencia termina por encubrir de tal modo las cosas que al final, el enigma no logra instalarse como un objetivo verosÃmil.
¿Viaje de Estado? ¿Viaje personal de la Presidenta, convertido en viaje de Estado? La Presidenta no realiza viajes personales. De lo contrario, CancillerÃa no tendrÃa autonomÃa para elaborar una polÃtica de Estado. ¿El Ministro Foxley no podrÃa haber convencido a la Presidenta sobre la futilidad de un viaje de esta envergadura? ¿Y si no era fútil, entonces, cuál era el propósito de semejante viaje? ¿Devolución de mano a la solidaridad polÃtica brindada por la Dirección Cubana durante la dictadura? Son frases que leÃmos antes de la partida. Pero, ¿cuál ha sido la evaluación de dicha solidaridad? Esa es una de las dimensiones que no han sido suficientemente abordadas por los historiadores y en el guión del viaje amerita un espacio de trato narrativo especial, como si fuera una historia al interior de otra historia, pero que en el curso de su desarrollo, se da cuenta uno que ésta era la “verdadera historia” en cuestión y que todo lo demás es “puro cuento”. De ahà que permanece como problema irresuelto la cuestión de la deuda que la izquierda chilena tendrÃa con Cuba. Para hablar de esa deuda no es preciso hacer ese viaje post-iniciático, sino revisar documentos, analizar discursos, realizar entrevistas, etc.
Lo Post-iniciático tiene que ver con la realización de una ceremonia de pasaje no cumplida, simbólicamente postergada, que restituye un sentimiento de pertenencia a un sentido determinado de la historia. En fin, de cuando los viajeros en cuestión pensaban que eran portadores de una historia y de un destino. Solo que la Presidenta cumplió con el propósito ceremonial en el momento en que su historia ya no es más que un residuo de sà misma. Si Allende, siendo presidente del senado chileno, llegó a ser secretario de la Tricontinental, la Presidenta llega tarde, demasiado tarde, para saludar los despojos de un modelo de acción y de análisis polÃtico, cuyo daño, en el seno de nuestra izquierda, no ha sido reconstruido.
¡Pobre izquierda! Para nada. Lo que ésta debe asumir no es su torpeza analÃtica, ni sus inconsecuencias polÃtico-militares, ni sus errores de apreciación estratégica, sino la naturaleza de su corrupción intelectual. Respecto de esto, el viaje a Cuba levanta la tapa de un resumidero cuyos olores debieran ser estudiados por una especie de CONAMA de los estudios históricos.
¿No parece imaginariamente devastador que los presidenciables de la autodenominada izquierda extra-parlamentaria se reúna en Cuba, durante el viaje, para limar sus diferencias? Esta es una operación inconsistente que remite a la nostalgia del exilio. Consistentemente inconciente de su parte. La condición de la izquierda extra-parlamentaria es analogada a la vivencia de un cierto exilio interior, con el objeto de dotar de heroicidad a una actividad que ya no la tiene. Sus articuladores deben reunirse en el extranjero para satisfacer la demanda simbólica del término de su exclusión, para asà poder “ingresar” al paÃs polÃtico real del que están excluidos. Este es otro guión para una pelÃcula de bajo presupuesto sobre la producción de exilios interiores.
La autosuficiencia chilena se ha verificado en su prensa, cuando un fértil analista polÃtico señala que el viaje ha sido importante porque ha develado la existencia de una distancia entre los dos hermanos referenciales. La Presidenta ha permitido -en los hechos habrÃa provocado- una fisura en la Dirección Cubana. ¡Qué palabra!.
Lo si podrÃamos pensar, en tono jocoso, que la isla se podrÃa llamar Isla de los Hermanos. Por ejemplo, es usual el empleo de estas toponimias. Estaba pensando, justamente, en un lugar llamado Siete Hermanas. En este otro caso, los hermanos se distribuirÃan los roles de Garante Simbólico y de Operador Pragmático. En que uno hace de “paco bueno” y el otro de “paco malo”. ¡Qué harÃamos sin la sabidurÃa popular chilena! El viaje serÃa, entonces, un verificador de los efectos impensados de un guión de vaudeville titulado “hermanos enemigos”. Ese guión ya existe. Se agregarÃa como tercera historia subordinada a la gran historia del viaje: retorno a lo reprimido (como historia de origen).
¡Que duda cabe! Este guión podrÃa ser presentado como trabajo de fin de año en un curso para principiantes en la escuela de cine de San Antonio de los Baños, gracias al convenio firmado, ¡en este viaje!, entre ambos gobiernos.