LECTURAS ENCADENADAS (9).

No se ha podido explicar todavía cómo los barones de la tra(d)ición renovada del socialismo chileno (más que real), no pudieron impedir el acceso a la nominabilidad presidenciable de Michelle Bachelet. Una vez acusado el “golpe”, no había más que convertir el fracaso de los machos cabríos en una gran conquista de género, para seguir ejerciendo de (los) caballeros (que no son). En esta nueva ocasión de pre-candidaturas, han vuelto a perder la batalla de las nominaciones, no habiendo sido capaces de apañar al gran regente devorador de licencias presidenciables, haciendo evidente la gran crisis de los mantenidos; es decir, de aquellos que jamás han obtenido el lugar que ocupan, por mérito propio -aunque gocen de buena formación académica-, sino por efecto de confirmación delegada.

Si no se ha podido explicar, ya al final de su mandato, cómo no pudieron evitar que Bachelet rompiera las lógicas de la representabilidad interna, lo que sí ha quedado suficientemente esclarecido es el naufragio de la trenza orgónica ligada a la erectibilidad deflacionante de  la ( ) candidatura de Insulza. Hay que decir que estos han sido dos grandes momentos en las historias de la nominalidad para ocupar la primera magistratura.

He puesto entre paréntesis el espacio de un vaciamiento cuyo valor indicativo se podrá verificar en el viaje a Cuba, como la experiencia de un exceso.

En la termodinímica arcaica de nuestra discursividad, el exceso y el deceso operan como polos diferenciales destinados a comprender el viaje y la consecuente visita al lugar de retiro del Conductor Referencial, como ficción del regreso al origen de los textos en que se funda la nominalidad de quien, en la kinésica de la calcetinera reproduce la proxémica de la discípula.

La visita es el exceso inversamente proporcional que permite tipificar como deceso la correspondiente deflación programática del socialismo, al desplazar tan fácilmente la nominalidad de la herencia (Allende) hacia la fisura de un delegado paterno (Frei).

Dicho en términos simples, el viaje a Cuba fue un castigo a la subordinación representativa y al abandono de toda lucha, a cambio de lugares permutables en un gabinete.  Lo grave de todo esto ha sido la “re-vicarialización” del socialismo, en la Era Escalona-Schilling, que prefirió ponerse bajo esta protección garantizada que someterse una vez más a las inversiones de capital social e intelectual,  de una oligarquía que sabe producir los trasvasijes generacionales para dominar los activos de los conglomerados nacidos para ser portadores de los rencores más elaborados de la clase media ascendente.

El enjuague de los mitos intra-partidarios condujo a la dirección actual a trasladar los activos hacia un campo en el que pueden ser protegidos por los excesos de paternidad provenientes de otra tradición. En este plano, Frei Ruiz-Tagle representa al padre por exceso, mientras que Escalona-Insulza portan consigo el deceso de padre. Más les ha valido construir la figura del abandono que asumir la filiación de Allende.

Lo anterior ocurre en el momento en que se re-lanza la investigación que debe garantizar la tesis del asesinato de Frei Montalva. Sorprende la rapidez con que los socialistas se sometieron al pespunte político del Hijo, colaborando de manera compensada en la destitución  del  carácter indicial de un golpismo que, en términos inmediatos, perturba y obstruye su deseo de pasar de la presidencia del senado a la primera magistratura como restaurador de la república.

Escalona y su dirección, como ya lo he sostenido, se  han puesto bajo la protección de la dictadura significante de un nombre que revitaliza la consigna de representar la voz de los que no tienen voz. Sin embargo, esta sujeción es la consecuencia de un pliegue interno que sirve de antecedente y que define un nuevo carácter orgánico: ser-la-voz-social-cristiana-de-los-socialistas-que-han-cedido-la-voz.

En la polaridad del exceso y del deceso sobre la que se monta esta ficción, el viaje a Cuba es un indice por exceso, que pone de manifiesto la resistencia al olvido de la voz propia del socialismo, representado en la locación de un mito que ya no impresiona, en términos textuales; es decir, que la impresión de la letra tiene la tinta corrida y los residuos debido a la falta de adherencia solo impregnan la punta de los dedos.

Había que ir a escuchar la Voz Referencial, aunque esta misma se las cobrara como sólo pueden hacerlo aquellas, cuyos enunciados producen el efecto de una mina china.

En las guerras de Angola, los chinos le enseñaron a los combatientes de la UNITA, a plantar minas antipersonales en una modalidad especial: debajo de la primera que se podía desactivar, venía la segunda que explotaba cuando la primera era levantada.

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