Profesionalizar las prácticas de los artistas e incidir en la mirada que tiene la institucionalidad sobre nuestro quehacer. Estas son las palabras iniciales de Carolina Herrera, presidenta de ACA (Arte Contemporáneo Asociado) en la presentación de ACAVOZ, el tabloide de la organización gremial que en un número cercano a los catorce mil ejemplares se distribuye durante ArteBA2009.
Puede parecer extraño que una organización gremial de artistas haya sido invitada a una feria. Más extraño aún, que su presencia se sostenga mediante tres iniciativas institucionalizantes: la distribución de un tabloide como soporte de obra, la edición de una serie de conversaciones entre diversos agentes binacionales analizando experiencias de trabajo y, finalmente, la exhibición de la producción catalogal del arte chileno del último perÃodo.
Esta presencia no hubiese sido posible si no se hubiera realizado un trabajo previo de concertación con dos personas claves en el espacio de la feria, y más amplio aún, de complicidad en torno a cuestiones de circulación, de desarrollo del coleccionismo, de montaje de experiencias de clÃnica, etc. Es decir, no se puede hablar de ACA en ArteBA sin hacer referencia a Julia Converti y Flor Braga Menéndez. Diré que son los nombres de avanzada de un grupo más amplio de curadores, crÃticos y gestores que vienen a menudo a Santiago y que le han tomado el pulso a la escena plástica a través de múltiples iniciativas. Cabe nombrar, en esta ocasión, a Eva Grinstein, Patricia Hakim y Roberto Amigo, participando en proyectos de la Trienal de Chile; Victoria Noorthoorn, que junto con Camilo Yánez realiza la curatorÃa de la Bienal del MERCOSUR; sin dejar de mencionar al trÃo estrella de investigadoras –Marcela Gené, Gabriela Siracusano y Laura Malosetti- que viene cada año a dictar cursos a la MaestrÃa de Historia del Arte de la Universidad Adolfo Ibáñez. ¡Cómo no pensar en la proyección que tuvo la visita a Concepción de Fernando Farina, Eva Grinstein y Rafael Cippolini! Con esta sola enumeración de visitas, por cierto incompleta, ya tenemos un complejo de relaciones que plantea exigencias formales de devolución que la presencia de ACA en Buenos Aires intenta mantener en alto.
El asunto está en definir, para ACA, qué es aquello que se desea mantener en alto. Porque en esta ficción de viaje, lo que se busca es el fortalecimiento de una ficción de regreso. ACA debe superar el sÃndrome chileno de volcarlo todo hacia el hoyo negro de la subordinación simbólica. Lo que el “caso argentino†debiera significar es el fortalecimiento de las iniciativas autónomas. En eso, la opción de intervención ha sido más que correcta, a través de una plataforma eminentemente editorial. No se va a ArteBA a montar un stand como galerÃa, sino a exhibir una plataforma de trabajo. Pero, ¿en qué puede consistir la plataforma de trabajo de un gremio? Esta es una interrogante que perfila la acción de una asociación hacia el centro de estudios, a tal punto que ACAVOZ es un tabloide destinado a expandir la noción de exhibición, donde cada una de las fotos de obra está destinada a configurar un discurso que se propone interpelar la mirada de los anfitriones, poniendo condiciones para que la respuesta se formule en un tiempo largo. ¿Cómo construir los tiempos largos si la carrera de los artistas chilenos emergentes se consume en los tiempos cortos? La paradoja de ACA es la de intentar reforzar la noción misma de carrera, en la construcción de tiempos largos que exigen otro rigor y otras habilidades orgánicas.
Hablaré del tabloide. Para empezar, reproduce la experiencia que el propio Camilo Yánez ya ensayó en ARCO, hace algunos años, cuando era articulador de la polÃtica de artes visuales de Matucana100. Sin embargo, la editorialidad compartida con Carolina Herrera, para esta ocasión especÃfica, define mejor el propósito polÃtico, conectable con la agenda de conversaciones y con la exhibición de catálogos. Artistas como Demian Schopf, Bernardo Oyarzún, Claudia del Fierro, Norton Maza, Pablo Rivera, Ximena Zomosa, Cristóbal Leyth, Nicolás Grumm, Carlos Navarrete, Juan Pablo Langlois, Luis Poirot, Iván Navarro, Livia Marin, Joaquin Cociña, Niles Atallah, Cristóbal León, Alejandro Moreno, Paula Salas, Juan Céspedes, Rodrigo Lobos, Cristián Yovane y GalerÃa Metropolitana. Se arman como bloque en el formato. Lo único que tienen de común es ir en la misma publicación. Esta es una cita que viene de una conversación entre Couve y Balmes a fines de los sesenta, en que hablan de las obras de artistas emergentes de ese entonces que son trasportadas para una exposición. Couve le dice a Balmes que lo único de común que tienen esos artistas es que sus obras van todas en el mismo camión. Hay algo más: es el diagrama de ACA que los reúne como una ficción de bloque. Esto es lo que hay. En el supuesto de que hay más. Pero en la primera lÃnea de esta pelea, esto es lo que hay. A condición de saber cuál es la pelea que todos dicen pelear, que me supongo, no debe ser la misma. Porque el punto a resolver no es que autoridades ineptas reconozcan lo que les resulta imposible de entender, sino instalar la idea de que es la propia actitud de los artistas, que para sostener las iniciativas independientes, la que construye la figura de la producción institucional. Un gremio como éste, asà concebido, es un productor institucional que excede su sindicalidad, para realizar lo que otras instituciones no hacen; es decir, trabajar en la falta, en la falla de quienes por oficio y número de rol tributario tienen el deber-de-hacer-pero-no-hacen.
A propósito de estas peleas, entonces, los textos de Carolina Herrera, Viviana Bravo, Demian Schopf, Catalina Mena y el mÃo propio (carta-diagrama) fijan un rango de enunciados que reproducen los dos objetivos señalados en la presentación del tabloide: profesionalizar las prácticas e incidir en la mirada. Esto es: profesionalizar la actitud contracultural de los artistas e incidir en la crÃtica institucional.