ARGEL (1).

Tant qu´il y aura des hommes es el título en francés del film de Fred Zinnemann From Here to Eternity (De aquí a la eternidad) realizado en blanco y negro en 1953, con Burt Lancaster, Deborah Kerr, Montgomery Clift y Frank Sinatra, entre otros. Este título fue la bajada de la portada de la edición del 19 de noviembre del diario argelino en francés, L’Expression.  La frase, sin embargo, no remitía a festival de cine alguno, sino a la victoria de la selección argelina de fútbol sobre su homóloga de Egipto, acaecida el miércoles 17 en Karthoum (Sudán).

La foto de la portada reproducía el abrazo de los jugadores argelinos celebrando el gol. Una situación netamente viril que contrasta con el abrazo y el beso de Burt Lancaster y Deborah Kerr, cubiertos por la espuma de las olas en la película de referencia. Se trataba, obviamente, de una comparación mediante el empleo de una frase que se ha transformado en una muletilla para referirse a la heroica persistencia de un grupo humano sometido a experiencias límites.

El domingo 14, en El Cairo, la selección egipcia le había ganado a un equipo argelino en estado de shock a raíz del violento recibimiento prodigado por los hinchas egipcios.

Los periódicos de Argel del día lunes reproducían relatos de horror de hinchas argelinos que hablaban de la muerte de a lo menos diecinueve de sus compatriotas a manos de la hinchada egipcia. Desde ese mismo día comenzaron las manifestaciones de masas en Argel. Miles de jóvenes en automóvil circulaban por las principales avenidas de la capital,  portando banderas y reclamando reparación. Algunos periódicos reproducían declaraciones de hinchas que culpaban a las autoridades diplomáticas argelinas en El Cairo por no haber hecho lo suficiente para garantizar la seguridad de los hinchas.

Por mi parte, nunca antes había visto una manifestación de deseo colectiva de semejante envergadura. Ciertamente, se trataba de algo más que de fútbol. ¡Siempre se trata más que de fútbol, en estos casos! El contencioso entre argelinos y egipcios emergía con extrema facilidad.

Un crítico de arte argelino me habla después del triunfo de la selección de fútbol, en medio de las manifestaciones de júbilo en la plaza Audin,  de un resentimiento con los egipcios, desde el momento mismo de la Independencia. Los argelinos habrían recurrido a la solidaridad árabe y los egipcios no habrían respondido a la altura de lo esperado. Habrían sido indelicados, displicentes, altaneros, en los primeros años  de la naciente república. Eso fue quedando como una costra de hostilidad que marcó  las relaciones posteriores. Por lo demás, la nueva república podía entrar a jugar un rol más que significativo en el concierto de los No-Alineados.

Esto es más que fútbol. Esto tiene que ver con la conducción del mundo árabe africano. Los miles de jóvenes argelinos, durante los días 15 y 16 de noviembre, instalaron en la calle  la expresión peligrosa de euforia crítica, poniendo en riesgo la seguridad pública. Artistas locales observaban y participaban en las manifestaciones, con la preocupación impresa en los rostros.

Esa juventud asolada por el malestar y la falta de oportunidades, podía convertir sus demandas de reparación y sus vivas a la selección de fútbol, en un motín, de un momento a otro. Varios locales de comercio ligados a inversiones egipcias fueron saqueados, al igual que las oficinas de agencias de viajes, frente a la imposibilidad inicial de obtener pasajes para viajar a Karthoum, al partido de repechaje. Ya el lunes se hablaba de una baja considerable de los precios, para un viaje de 4000 kms. El martes ya se comentaba del compromiso del gobierno en el traslado de los hinchas. Es así como antes del miércoles, fueron despachados casi cincuenta vuelos, causando una situación de excepción en el tránsito aéreo regional.

El acceso al aeropuerto Huari Boumedienne experimentó en esos días severas perturbaciones. Eran miles las personas que venían a recibir a hinchas repatriados desde Egipto o que iban a despedir a quienes habían logrado encontrar un cupo para ir a Sudán. A una semana de esos hechos, siguen arribando ciudadanos argelinos de regreso de El Cairo. A lo menos 300 estudiantes universitarios han tenido que regresar, a raíz del hostigamiento de la población egipcia.

Pero el martes 16 de noviembre, lo importante era llevar el pasaporte a la mano, ya que en Sudán los trámites de otorgamiento de visa se redujeron al extremo para poder recibir a los miles de viajeros que se desplazaron en menos de veinticuatro horas, mientras las multitudes de jóvenes cantaban durante toda la noche, surcando una Argel encendida por el deseo de reparación.

Hasta que llegó la hora del partido. Todos los artistas y críticos asistentes a la Bienal de Argel (Festival Internacional de Arte Contemporáneo), se encontraron en el bar del Hotel Albert I, con el personal local de la bienal, para asistir a la transmisión del juego. En todos los extranjeros presentes circulaba la misma pregunta: ¿Y si pierden el partido? Pero esa era una pregunta que no se podía formular en ese contexto, si bien, la parsimonia de los gestos señalaban que había que estar preparados para lo que fuere.

En la mañana había tenido lugar la primera sesión del coloquio sobre flujos migratorios en el arte contemporáneo. Mientras la calle explotaba, el coloquio experimentaba una implosión formal que expresaba la gran incomodidad metodológica para elaborar la contingencia.

De partida, si una de las primeras intervenciones describía la discriminación islámica en los medios estadounidenses, la producción de los términos “árabe bueno” y “árabe malo” reproduce una situación que los artistas latinoamericanos ya conocen de sobra en ese medio. La cuestión inédita es que desde Septiembre 11 las figuras sociales de representación del Islam  ha sido puesta severamente en crisis en el propio campo demócrata estadounidense. De tal modo que si una presentadora de la televisión aparece, por la razón que fuere, envolviendo su cabeza en un kefieh, resulta inmediatamente percibida como cómplice del terrorismo islámico. No es posible que la política exterior americana defina las agendas implícitas  de los coloquios.

La situación de la calle argelina no tenía efecto alguno en el debate, aunque a su modo, los propios jóvenes tenían muy claro quién era el “arabe bueno” y quién el “arabe malo” en esta circunstancia.  Porque lo que en definitiva se había puesto en juego era el asunto de la gobernabilidad de las pasiones, en el marco recuperativo de concordia nacional. Lo cual obliga a los lectores a estudiar la historia argelina de los últimos veinte años; pero sobre todo, entender de qué manera se construye un Estado nacional de estas características, que surge de una guerra de liberación que culmina el 5 de julio de 1962.

El viernes 20 de noviembre, la selección de fútbol de Argelia fue homenajeada por el gobierno argelino en el Estadio 5 de Julio, que lleva el nombre del día de la independencia. Algunos artistas argelinos me señalan que manifestaciones callejeras de esta envergadura no habían tenido lugar desde esa época. Los jóvenes que recorrían la ciudad los días previos al partido, fueron de súbito reemplazados por familias enteras que salían a la calle, sin temor. Hay que conocer un mínimo de historia regional para entender hasta qué punto, un partido de fútbol habilita otras expresiones y recupera gestos sociales que se creía perdidos. No hay que sacar conclusiones apresuradas de manifestaciones que adquieren visiblemente rasgos de un asunto que se presume, pero del que se desconoce todo. No podemos seguir desconociendo. El arte contemporáneo es un espacio de aceleración informativa y permite poner en perspectiva cuestiones que la representación política congela.

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