Cultural Chandon, Tucumán 2005 (2)

Si hubiera que reconocer un criterio compartido por el jurado de Cultural Chandon Tucumán, este tendría que ser el que formulara uno de sus miembros durante la conferencia que pronunció en el marco de las actividades de difusión generadas en torno al concurso. Paulo Sergio Duarte, curador de la Quinta Bienal del Mercosur (Porto Alegre), planteó la hipótesis de una poética de la delicadeza, que había primado en contra de la espectacularización en el arte contemporáneo.

¿Cómo construir una estética de lo precario y una poética de la delicadeza, en medio de la euforia postmoderna? ¿De qué modo la fragilidad puede encontrar su astucia para descubrir en el detalle, a veces insignificante, la singularidad y la autonomía formal? Justamente, la formalización de esta poética comienza en la selección de materiales excluidos, objetos y restos, para emanciparlos en su nueva condición de materia prima del arte. Esto resulta ser una señal evidente d que nos permite transitar a contramano del mundo del espectáculo.

Pues bien: estos son los conceptos que Paulo Sergio Duarte había trabajado en su libro “A trilha da trama e outros textos sobre arte”, publicado por la Fundação Nacional de Arte, Río de Janeiro, 2004. Y los vino a exponer en Tucumán, a partir de las obras que el jurado premió. La presencia del curador del Mercosur establecía una línea de contacto decisiva entre POA y NOA. Es decir, entre Porto Alegre y el Nor-Oeste-Argentino. Es decir, una línea de tráfico de obras, de influencias, de transferencias, de textos, de insumos, en el surco abierto desde Porto Alegre, pasando por Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Salta, Tucumán. Como si Paulo Sergio hubiese definido cuál debía nuestra propia línea de trabajo, obligando a formular la segunda línea del cruce, desde Santiago a Río, pasando por Asunción y São Paulo. Entonces tendremos que reconocer la existencia de dos grandes rutas del arte latinoamericano del cono sur. Y así, estaríamos colaborando en la instalación de unos criterios de singularizacón de las obras y de las instituciones de esta zona. Singularización necesaria par resistir al reduccionismo de discursos curatoriales e historiográficos de proveniencia anglo-sajona que trabajan montados en la hipótesis de la delegación subordinante de estas escenas a las vanguardias históricas.

El ejemplo de esta resistencia fue el primer premio otorgado a Javier Juárez, artista tucumano, por su obra “SMS”. Esta consistió en la disposición sobre el muro de tres plaquetas que sirven de soporte a circuitos electrónicos con visor de palabras. Cada plaqueta está unida por cables a la vista con pequeños parlantes, no más grandes que una radio de transistores, que reproducen el trozo de una pieza del grupo “Callejeros”. Finalmente, las tres plaquetas se conectan a un solo transformador sobre una repisa, mediante cablerío que exhibe sus añadidos. En cada visor, se suceden series de mensajes de texto llegadas al teléfono celular del artista.

Esta ha sido un pequeña instalación de baja tecnología que trabaja con los elementos básicos de los self-media . En un espacio público dominado por la vigilancia que ejercen los medios electrónicos, Javier Juárez dispone unos elementos apenas visibles, apenas audibles, difícilmente reproducibles, re-encuadrando la función de la palabra en el espacio plástico, reducida al tamaño de un visor que obliga a la cercanía extrema para su lectura. Todo lo contrario respecto del trato de la palabra en la publicidad pública. Pero además, reivindicando la factura contraída y resumida del mensaje de texto, que impone su propia ortografía fonética. Se suma a esto, el cablerío precario que dibuja sobre el muro una red destensada, impropia, afectada en el terreno mismo de la presentación autorizada de “un producto”, en su “punto de venta”. Los parlantes, ¡para qué decir!, han sido arrancados a la radiofonía por su incompetencia técnica. El sonoro reproduce con tono de “chicharra” un trozo musical de los “Callejeros”.

Esta sola mención sonora, ya reconocible por el público, remite a la temperatura social extrema alcanzada por la tragedia del incendio en el Barrio Once. Si hablo de temperatura social, me refiero al sentimiento de abandono experimentado por los familiares de las víctimas. En el dispositivo, el visor expone la letra de otra temperatura social, ligada al abandono de las relaciones básicas. Una frase se repite y resulta más pregnante que otras: ¿”Dónde estás?”. Siempre, el recurso de la pérdida. Congelada por la ausencia del sujeto de la enunciación. Como si dijera “aquí estoy”, pero no está. Habeas corpus . En esto consiste el deseo de presencia. Solo hay una señal codificada para legitimar la distancia protectora del yo. En una coyuntura corporal designada por el maltrato de las instituciones, esta obra recupera el rumor de la letra, como soporte de deseo afirmado en las movilidades singularizadas de un sujeto fragilizado por la sobre abundancia de los enunciados públicos.

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