MASCULINO/DESMASCULINO.

No es posible escribir sobre la obra de Sacco y sobre la obra de Pombo, pertenecientes a la colección del Macro. Es necesario escribir sobre la relación que se establece hoy día, entre ambas obras, en el contexto de una “operación de manejo” de la colección. De tal manera, el título que nos convoca nos obliga a trabajar sobre la hipótesis de reversibilidad de las obras, siendo en este caso, la relación de ambas como “obra curatorial”. Esto es una primera cosa.

Lo segundo es el punto de vista doblemente paródico de la referencia para-homográfica de los nombres, que remite a sacar y poner, en un sentido manifiestamente sexual de “mete-saca”. Si desde ya, en términos literarios y literales, la frase “lo saco y lo pongo” sostiene el título de segundo grado que delata el alcance del gesto curatorial, a lo que me remito es a considerar la genitalidad masculina como eje de la relación entre ambas obras. Lo que me autoriza a pensar que lo que está en juego es la propia genitalidad que sostiene a toda teoría de la vanguardia. Para nadie es un misterio que la obra de Sacco es considerada como política en extremo, mientras que la obra de Pombo no califica; se queda corta. En el terreno de las materialidades, la caja de Cepita es una parodia de la caja brillo reproducida en las ediciones de las obras de Danto. En cambio, la reproducción de la imagen de una manifestación de masas presente sobre un soporte emulsionado, no cabe duda que representa el sentido de un gesto colectivo que, a su vez, remeda la pintura de Da Volpedo, a su vez retocada en el film de Bertolucci, que anticipa cinematográficamente las tesis del “compromiso histórico”, en el marco de la política italiana de fines de los setenta. O sea, de una fecha que históricamente no puede dejar de ser prevista en la cercanía del golpe del 76. Aunque estas obras reproducen la tensión del campo del arte de comienzos de los noventa, cuando la seminalidad de los movimientos sociales, en su variante pentecostal, si bien era pre/vista, no era sin embargo integrada como dispositivo analítico, en la hora del derrumbe de los paradigmas partidarios. De este modo, la masculinidad genital de la vanguardia política es desmontada por la desmasculinización del dispositivo crítico. Las gotas figuradas en “Cepita” (Pombo), como lágrimas fálicas, potencian la ornamentalidad voluptuosa de un objeto que regresa desde el campo de su utilidad financiera al campo de la utilidad simbólica deflacionada, como representación de un objeto caído, que se homologa a la caída del movimiento social en la crisis profunda de su representabilidad, que a nivel de unidad imaginaria no puede sino exhibirse como secuencia interrumpida por la fisura de su reproducción. En este sentido, las obras de Sacco y Pombo son intercambiables, porque ambas comparten la deflación de sentido que imaginariamente las sostiene, en un deseo construido a la medida de las imposturas constituyentes del propio campo político. El juego del título de la puesta en relación de ambas obras desmiente el propósito manifiesto de la propuesta curatorial, para poner de relieve el sentido latente de una deposición de masculinidad, frente a una sobredosis de hegemonía seminal leniniana. Sacco desmiente la teoría del partido, fisurando el telón de fondo para recuperar los términos ambiguos de una historia de celosía; es decir, de pasión y de segmentación del campo de la mirada. Pombo confirma la regularidad integradora del embalaje encadenado, figurando la eyaculación fuera de la matriz de la imagen; o sea, renuncia a la pulsión fecundativa de la vanguardia.

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