En el mes de marzo de este año, camino a Santa Cruz de Tenerife, donde debÃa participar en el Coloquio El Silencio, en el marco de la segunda Bienal de Canarias, me detuve en Madrid para pronunciar una conferencia en la MaestrÃa de Arte Contemporáneo Universidad Autónoma de Madrid/Centro de Arte Museo Reina SofÃa. Escribà para esta ocasión un texto que bajo el tÃtulo  CuratorÃa y papiroflexia debÃa exponer una pequeña teorÃa de la práctica curatorial en escenas subalternas. Sin embargo, no dà lectura al texto referido, destinando mi tiempo a establecer las distinciones que ya habÃa señalado en otro texto, que ya habÃa tenido circulación en esta página web, acerca de las curatorÃas de servicio y las curatorÃas de infraestructura.
En el 2000, meses antes de inaugurar Historias de Transferencia y Densidad en el Museo Nacional de Bellas Artes, participé en un coloquio organizado por Faro de las Artes en Asunción (Paraguay). En mi intervención hice explÃcito el diagrama de mi exposición y ejemplifiqué los procedimientos de transferencia y densificación mediante un juego de plegaduras de papeles, tomando como modelo referencial un ejercicio de papiroflexia que habÃa encontrado en la lectura de Jean Laplanche, sobre la trascendencia de la transferencia (Problematiques V). A su vez, el texto de Laplanche hacÃa mención a un viejo libro de Ricoeur (De la interpretación), en el que éste definÃa el acto de interpretar como el hecho de interpretar musicalmente –valga la redundancia- de un cierto modo una partitura y de transponerla en un registro diferente; es decir, en otro sistema de pensamiento. Lo que retuve era esta lógica de los traslados, que Dittborn sintomatizaba de manera tan eficiente cuando formulaba su hipótesis de las transmigración tecnológica de los modos de reproducción de la imagen. Lo importante no es tan solo el traslado, sino lo puesto en situación de reserva. Laplanche recurrÃa a la imagen de un diedro, es decir, de intersección de dos planos, que a mi juicio debÃan corresponder al plano de la transferencia y al plano de la densidad. Ambos planos, por cierto, en su pliegue, establecen una lÃnea de andamiaje que permite sostener el traslado de la densidad hacia el plano de la transferencia. Solo habrá transferencia informativa cuando la superficie de recepción institucional haya adquirido una grado de consistencia determinada, que permita dar cuenta de una densidad en movimiento. Lo cual señala la existencia de una zona de riesgo que acarrea un peligro epistemológico mayor, en la medida que cada uno de los planos sostiene relaciones de articulación, pero sobre todo, relaciones generativas.
El caso es que ante un público atónito, habituado a escuchar bloques discursivos de alto Ãndice de abstracción, plegué una hoja de papel y señalé con el dedo la existencia de esta lÃnea del andamiaje que sostiene ambas relaciones, hasta juntar ambas caras y sobreponerlas con exactitud, para luego, lentamente, comenzar a enrollar una de ellas hasta producir un cilindro menor que quedaba rodeado por el cilindro mayor formado por el plano que no habÃa sido enrollado, sino que formaba un cilindro simplemente por curvatura simple de su superficie. De este modo, el cÃrculo del interior daba lugar al cilindro de la transferencia, mientras que el cÃrculo externo al cilindro de la densidad. La lÃnea del andamiaje era una lÃnea de costura que señalaba la zona de fricción entre las rotaciones divergentes de los cilindros. Resultaba evidente que la selección de los artistas para la exposición cuyo diagrama formulaba, estaba determinada por esa zona de articulación y de repliegue de los mayores Ãndices de densidad formal. De modo que dicha zona solo era transmisible en el marco de una coyuntura determinada, cuyas restricciones estaban a su vez definidas por condiciones desplazadas de reproducción de las huellas que las obras instalaban como señales de existencia de una escena insuficientemente ligada (simbólicamente amarrada).
Escena amenazada en sus condiciones mÃnimas de reproductibilidad, porque habÃa sido montada una estrategia de aniquilación de las fuerzas polÃticas que hasta entonces conducÃan el ascenso del movimiento de social que le proporcionaba la cobertura inscriptiva.