Cuando hace unos dÃas me impuse por un extra de TVN que habÃan reconocido los restos de Fernando Ortiz, en las excavaciones de la Cuesta Barriga, llamé de inmediato a Balmes. No estaba. Le dejé un mensaje en el contestador.
Fernando Ortiz, Enrique Paris y José Balmes formaban parte de la dirección comunista en la Universidad de Chile, en 1973. Lo recordé desde el discurso de Alberto Pérez cuando Balmes fue declarado Profesor Emérito de la Universidad de Chile. Esos nombres habÃan faltado a la cita. Balmes estaba solo. EscribÃa sus nombres con las hilachas gráficas de los otros cuatro representados en ausencia, en el cuadro que realizó en 1994, “Al alba, camino a Quilicura”.
Después fui informado que el reconocimiento de Fernando Ortiz habÃa sido realizado a partir del análisis de sus restos dentales. La semana anterior yo habÃa publicado en Rocinante, un texto sobre el programa “Sonrisa de Mujer”, bajo el tÃtulo Recupera tu mirada, recupera tus dientes.
De unos dientes a otros dientes, la filiación estaba expuesta por la lógica de la pérdida. Balmes no me respondió la llamada. Se acercó personalmente a mi oficina al dÃa siguiente. Un diente lleva a otro diente, en el agenciamiento de los textos. Balmes me recordó que Fernando Ortiz le habÃa sugerido que se asilara en la Embajada de Francia. Balmes se fue a Paris. Y Paris era el apellido de su otro compañero. Puras palabras que llamaban a otras palabras. Como un chiste francés, por añadidura: Attention! Un train peut en cacher un autre (¡Cuidado! ¡Un tren puede esconder a otro tren!) Esta frase que aparece como advertencia en las estaciones de los ferrocarriles franceses, ha sido transformada en, ¡cuidado! ¡un texto puede esconder otro texto!. La idea es que el otro texto se puede venir encima y atropellarlo, a uno.
La caÃda de los dientes se asemeja y se conmemora como caÃda de las palabras y de las letras.
Estando en Isla Negra, este verano, Balmes pintaba un cuadro, de los que aparecen en su última exposición, realizada junto a Voluspa Jarpa, en GalerÃa Posada del Corregidor, bajo el nombre de “Informe”. Otro más.
Sobre todo, para revertir el apelativo de “informalista”. Pero este Informe habla de la presencia de los cuerpos en el seno de un campo de fuerzas simbólico, después de la advertencia jurÃdico-polÃtica del Ministro Insulza, que exhibe como ninguno, el poder de modelar la palabra abyección, a la hora del telediario.
La pintura de Balmes, en cambio, trabaja la paciencia del pacto de olvido.
En la exposición de la Posada, está esta pintura, en que las letras se caen. Están dispuestas en plena caÃda. Retenidas en un desorden aparente, del que erupcionan de manera “curiosa” las letras “f” y “o”:
Fernando Ortiz.. Las excavaciones de la Cuesta Barriga todavÃa no se iniciaban. El hecho no podÃa ser premonitorio, sino anticipativo y deseante: a fuerza de disponer las letras que faltan, Balmes podÃa afirmar el deseo de reposición de los cuerpos, porque allÃ, sà habÃa, un cuerpo del delito que permitirÃa producir historia y discurso.
De una historia de la caÃda de los dientes a la reposición del discurso identificatorio, la pintura repasa una de sus obligaciones fundamentales: convocar el sentido de la pertenencia a un cuadro.
Ese es el cuadro polÃtico de la reposición de los signos que hacen funcionar la economÃa narrativa de Balmes. Signos del 73, como “NO”, o las pinturas de tinta que la preceden. Signos de envoltura, como las que presenta, embaladas, embalsamadas, en la Posada, desde el martes 20 de marzo.
Hay en esta disposición de las pinturas al fondo de la sala, cubiertas,acumuladas, ordenadas contra el muro, una compulsión hacia el deseo de conversión de la musealidad en un sucedáneo de espacio Médico Legal.
Esta es una nueva fase abierta en la institucionalidad de las Artes de la Excavación.