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HISTORIA,
REOLIGARQUIZACIÓN Y MUSEALIDAD TRUNFANTE. A comienzos de los años 60´s, Nemesio Antúnez ocupó el cargo de director del Museo de Arte Contemporáneo. La gente no repara en el hecho de que dicho museo, siendo una repartición de la Universidad de Chile, acogiera a Antúnez, que jamás pudo ser aceptado como profesor por la Escuela de Bellas Artes. En algún momento, hizo clases en la Escuela de Artes Aplicadas. Ello se explicaría por la necesidad de justificar su pertenencia, mal que mal, a la Facultad, para que su nominación a la cabeza del MAC no fuese objetada. Lo que se supone es que el decano Luis Oyarzún, que deja el decanato justo antes de que se inicie la reforma universitaria y que, por eso, puede ser calificado como uno de los últimos decanos del "antiguo régimen", logra instalar a Antúnez a la cabeza del MAC. ¿Cómo leer esta nominación? Ciertamente, Antúnez en el MAC significa una agresión infringida a la Escuela de Bellas Artes. Objetivamente, significaba levantar la figura pública de un artista que jamás se reconocería en la filiación de la Facultad. Todo lo contrario. Su arribo al MAC es resentido como una victoria de la plástica oligarca. Lo primero que hace Antúnez es armar una Sociedad de Amigos del Museo de Arte Contemporáneo. En el marco de la Facultad plebeya, la convocatoria a estos nuevos amigos del museo lleva implícito la afirmación de un programa autónomo, al menos diferenciado de la política de la Facultad. Significa, ni más ni menos, que el reconocimiento tácito de que la universidad no es capaz de solventar la existencia del museo, por lo que se hace inevitablemente necesario recurrir al empresariado. Este hecho es celebrado eufóricamente por numerosos colegas historiadores, que ven en este gesto un momento "arqueológico", que permite legitimar históricamente la política de privatización de la musealidad chilena. Lo que mis colegas no han querido entender, porque los datos están disponibles, es el hecho de que los empresarios que forman la primera sociedad de amigos del MAC, lo hacen teniendo en mente una cuestión muy pragmática. Sus mentores instalan en Chile una práctica que en los EEUU era
común. Los agentes de finanzas habían descubierto que los
encuentros informales en el marco de actividades artísticas, favorecían
mucho los contactos oficiosos y coloquiales para hacer buenos negocios.
En verdad, es el propio don Fabián levin quien lo reconoce como
una gran iniciativa, en una entrevista que le hace Margarita Serrano,
hace mñas de una década, cuando editó un libro sobre
los "capitanes de industria" chilenos que construyeron la osatura
económica de Cuando Nemesio Antúnez fue designado director del Museo Nacional de Bellas Artes, después de regresar de EEUU donde había sido agregado cultural del gobierno de Eduardo Frei Montalva, recurre a los mismos antiguos amigos para continuar y fortalecer, desde el gobierno, su política contra la Facultad. Mis colegas de historia no se meten en estos temas. Solo atinan a celebrar el apoyo que estos amigos brindaron a las bienales de grabado que Antúnez organizó en el MNBA. Pero solo hasta 1970, porque después de esa fecha, los miembros de la sociedad se vieron constreñidos a destinar sus esfuerzos a actividades políticamente más decisivas, que contemplaban su participación en el movimiento de oposición al gobierno de la UP. Por cierto, Antúnez fue ratficado en el cargo por el presidente Allende, lo que motivó una fuerte protesta de la Facultad. El asunto no era menor: los amigos de Antúnez, por iniciativa de Neruda, le hicieron un acto de desagravio en el Centro Vasco. Neruda, en este sentido, siendo comunista, se oponía a la política de los comunistas en la facultad. Pequeño detalle. Y otro más: hubo un histórico artículo, publicado en revista Punto Final, firmado por Augusto Olivares, titulado "Antúnez: hombre corcho", que sacó chispas. Resumo: la existencia de la sociedad de amigos del MAC, cuyo origen se remonta a los comienzos de los años 60´s, y cuya actividad culmina a inicios de los 70´s, Es LA EXPRESIÓN DE LA PRIMERA POLÍTICA CONCERTADA DEL EMPRESARIADO, POR RECOMPONER EL ESPACIO PLÁSTICO CHILENO, EN TORNO AL EJE OLIGARCA PERDIDO EN EL PROCESO DE UNIVERSITARIAZACIÓN DE LA ENSEÑANZA PLÁSTICA, EN 1932. Es decir, se abrió la posibilidad de que, durante esa década, el empresariado chileno se dotara de un museo. Pero la operación era compleja. No había condiciones objetivas para que el apoyo vocacional de estos amigos, se convirtiera en una política de recuperación simbólica efectiva.Finalmente, mal que mal, el museo era de la Universidad de Chile. Desde hace unos años, he venido trabajando sobre la hipótesis por la cual, el gran aporte simbólico de la dictadura, ha sido habilitar la RE-OLIGARQUIZACIÓN DE LA SOCIEDAD CHILENA. En este marco, el empresariado de nuevo tipo, se encuentra ante condiciones de poder inmejorables para intentar recuperar la hegemonía perdida en 1932. Digo esta fecha de manera brutal, pensando en que la periodización puede establecerse con mayor pertinencia, en los momentos anteriores al advenimiento de la dictadura de Ibañez. La gran diferencia es que Ibañez encabezó un gobierno autoritario de corte anti-oligárquico. Mientras que Pinochet permite la recuperación simbólica de la oligarquía clásica. Pues bien: esta recuperación NECESITA EXPONERSE COMO VANIDAD
mediante la producción efectiva y eficaz de una monumentalización.
En esta perspectiva, las noticias acerca de la apertura de un CENTRO DE ARTE DE SANTIAGO (CASA), podrían satisfacer inicialmente esta demanda simbólica. Más aún, si su gestor –Tomás Andreu- ha demostrado exhibir una gran astucia orgánica, para consolidar su figura de galerista de riesgo razonable, director de escuela de arte no convencional amigable y gestor de proyectos culturales estratégicos. Esta astucia le será necesaria para convencer a los empresarios dispuestos a entender cómo se construye la vanidad del poder real, teniendo en claro que el objetivo estratégico le exige armar una estructura demostrativa, que en el terreno de la propia "izquierda", le dispute la legitimidad museal. Es un hecho que el proyecto de este centro, se ha radicado en una casa de la Municipalidad de Santiago, en pleno Barrio Brasil-Matucana, a un paso del triángulo cultural formado por la Biblioteca de Santiago, Matucana 100 y el Museo de la Solidaridad. En este terreno de inversión política dura, Tomás Andreu necesitará algo más que astucia, sino garantización política, para validar la justeza de este proyecto, por sobre la política cultural de la municipalidad. Porque lo que está en juego, es la certeza y la confianza de una derecha que mediante la invención de una instancia museal en artes visuales, anticipa su propio poder de monumentalizar y memorializar la recuperación de sus filiaciones. Una derecha que está dispuesta a invertir en una ficción de esta naturaleza, manifiesta la seguridad de su camino al triunfo. Todo comenzó, con una simple "sociedad de amigos", que se armó en los 60´s para combatir la arremetida plebeya en la pintura. | |||||||||||
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