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Eugenio
Dittborn y el premio Konex Mercosur de Artes Visuales. El 13 de febrero en Buenos Aires fueron entregados los premios Konex de Artes Visuales (Mercosur). Los cinco galardonados fueron Gastón Ugalde (Bolivia), Oscar Niemeyer (Brasil), Carlos Colombino (Paraguay), Luis Camnitzer (Uruguay) y Eugenio Dittborn (Chile). Los premios Konex son otorgados por la Fundación Konex, que direge el Dr. Luis Ovsejevich y se ha caracterizado por otorgar desde los años 80 una cierta cantidad de premios en Ciencia y Tecnología. Hace relativamente poco tiempo se ha abierto la premiación a las artes visuales. Se trata de un galardón que sanciona el aporte de los premiados al desarrollo de un campo específico. En el terreno de las artes visuales, este año, ha ocurrido como si se hubiese llevado a cabo un gran lobby. En cada país, además del Dr. Ovsejevich, se escogió un jurado adecuado, que junto con Rosa María Ravera, tuvieron la tarea de escoger los nombres de rigor. En el caso de Chile, los tres miembros chilenos del jurado fueron Milan Ivelic, Francisco Brugnoli y Jorge Arrate. Dos directores de museo y un ex - embajador y ex – ministro. Nada más, ateniendome a esta composición, resulta loable la decisión de haber escogido a Eugenio Dittborn. La elección de los demás premiados permite dimensionar la importancia de haber escogido a Eugenio Dittborn. Se trata de nombres que han tenido que ver directamente con la consolidación material e ideológioca de un campo determinado de artes visuales. Niemeyer ha sido el arquitecto que ha proyectado el edificio de la Bienal de Sao Paulo. Dicha bienal se ha convertido en plataforma institucional de la visibilidad del arte latinoamericano. Gastón Ugalde ha sido articulador del espacio de la contemporaneidad artística boliviana, al igual que Carlos Colombino, en el caso del Paraguay. Pero además, Colombino ha podido plasmar su iniciativa instituyente en la formación del Centro de Artes Visuales y del Museo del Barro. En cuanto a Luis Camnitzer, sin su trabajo en el terreno del grabado, no habría comprensión de la retórica de los desplazamientos del modelo del grabado. Sus textos siempre fueron referentes ineludibles en la enseñanza de Vilches. Y al igual que Dittborn, resulta ser un artista referencial para el conceptualismo del cono sur. De ese modo, los cinco galardonados se caracterizan, pues, por producir instancias de infraestructura en la consolidación de sus respectivos espacios plásticos. Saludo la presencia de Rosa María Ravera en todos los jurados, como garante ético y formal del premio. ¿Quién puede dejar de mencionarla? Actualmente es presidenta de la Academia de Bellas Artes de la Argentina. Brillante semióloga, especialista en estética, ha estado presente desde hace varias décadas en la formación de la escena textual argentina. Ese es un lujo que aquí, en Chile, dificilmente nos podemos permitir. Para rematar el asunto, encontrándose Llilian Llanes en Buenos Aires, esta critica de arte y curadora, articuladora de la Bienal de La Habana, le cupo el honor de conducir la ceremonia de entrega de premios. Todos los artistas premiados habían estado presente, en alguno u otro momento, en la Bienal de La Habana. Importante galardón para Eugenio Dittborn, que ha sido reconocido en la cercanía de este circuito “de acá”, justamente, por su contribución a la consistencia de la práctica artística. En todo caso, Buenos Aires, para Dittborn, no es una ciudad excenta de inersiones fantasmales. Tenía lista su exposición de 1979 en el CAYC, invitado por Jorge Glusberg, cuando éste mismo, aduciendo problemas políticos graves, se la canceló. Glusberg ya había tenido problemas con la seguridad del Estado en la Argentina y no consideró adecuado presentar la obra de Dittborn. Estábamos en 1979 y el sistema de su aeropostalidad no había sido implementado. Además, era la gran oportunidad para que el arte chileno instalara una referencia dura. Quizás, por esa misma razón, la bajada de la exposición fue resentida con extrema decepción en Chile. Sin embargo, el catálogo que Eugenio Dittborn y Ronald Kay –hoy día convertido en una joya de archivo- habían preparado para esta exposición, formó parte central del libro que en 1980 publicó Ronlad Kay bajo el título “Del espacio de acá (Señales para una mirada americana)”. El propio Ronald Kay asistió a las Jornadas de la Critica de Buenos Aires, en 1979, para exponer su ponencia “Señales para una mirada americana”, cuyos antecedentes se pueden encontrar hoy día en los números de Revista CAL, editada precisamente en esa coyuntura. Su punto de vista fue severamente criticado y pasado por encima. ¿En que consistía? En sostener que en América, la fotografía y no la pintura había instalado la imagen del paisaje en el siglo XIX. No dejaba de tener razón. La fotografía en América era contemporánea de la colonización industrial. En este sentido, la fotografía, como tecnología de la excavación identitaria, es contemporánea de la primera explotación del salitre. Pero en una jornadas orientadas a la contemporaneidad directa, una rflexión histórica y formal de esta naturaleza no tenía –desgraciadamente- cabida., De ahí que sostengo que, en 1979, la exposición de Dittborn fue rechazada por su diagrama. Solo en 1984, Eugenio Dittborn pudo volver a exponer en Buenos Aires, junto a Gonzalo Díaz, Carlos Leppe y Alfredo Jaar, en el propio CAYC. Fue una exposición extraña, con un catálogo editado por Francisco Zegers: “Cuatro artistas chilenos en el CAYC de Buenos Aires”. Ya se había agotado el impulso dogmático de la “escena de avanzada”. De hecho, dicha escena exhibía su total deflación. Es preciso señalar que la “escena de avanzada” se convierte en discurso de exportación, recién a partir de 1986, cuando ya no existe como “frente posible”, gracias a que se patentiza en el número especial de la revista australiana “Art and Text,” bajo el título “Margins and Institutions”. Está escrita en inglés, traducida, en letra chica, al español, y fue concebida para ser “circulada” como ficción inscriptiva de una historia cuyos elementos constitutivos ya no operaban. Hoy día es preciso hacerse la pregunta: ¿cómo fue posible, en 1984, concebir para Buenos Aires una exposición que sumaba dos exponentes de la “escena de avanzada” con dos artistas que provenían de otras latitudes de la escena plástica chilena? ¿Cómo compatibilizar, a la distancia, las instancias formales de Leppe-Dittborn, con la de Jaar-Díaz, por ejemplo? La pregunta debe ser formulada a Nelly Richard, que operaba en ese entonces como co-curadora de la muestra. El otro responsable era Jorge Glusberg, que fue quien, finalmente, les metió a la fuerza a Alfredo Jaar. Si hubiese dependido solo de la posición santiaguina, Jaar no hubiese estado presente. Recién había viajado a Nueva York en 1981, cuando ya Eugenio Dittborn había organizado su sistema picto-gráfico. Es deficil entender cómo Leppe y Dittborn aceptaron dicha doblada de mano. Cuestión de incompatibilidades formales que hoy día parece impensable admitir. Y resulta curioso dimensionar, desde hoy, la inclusión de Díaz a ese grupo, estando a un mes de su exposición “KM104” en Galería Sur. El premio Konex, entonces, considera al Eugenio Dittborn de comienzos
de los 80´s, cuando iniciaba la circulación del sistema aeropostal.
Fue él mismo quien se encargó, durante su alocución
en la recepción del premio, de remarcar que su obra njo era conocida
en la Argentina. Se equivocaba. Conozco profesores que han sacado diapos
de libros como REMOTA y otros catálogos, para poder hacer sus clases.
Ciertamente, ha pasado a constituirse en un mito referencial. Sin duda
alguna, el conocimiento y difusión de su trabajo, en la etapa actual
de su producción, debiera contemplar la re-edición de sus
ediciones “epi-operales” (catálogos de catálogos
y libros de artistas) de su período de trabajo 1976-1980, que pone
en escena el diagrama básico del modelo de producción de
signos por el cual le ha sido otorgado, después de veinticinco
años de trabajo persistente, este reconocimiento.
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