Coloquio arte y política: los invitados extranjeros (2).
Justo Pastor Mellado.
junio 2004

En cuanto a los invitados que asistieron al coloquio se hace necesaria realizar una pequeña reseña de sus intervenciones y capacidades. Ticio Escobar vino a entregarnos otro avance de su "novela por entregas" acerca de Benjamin. Se trata de una re-lectura, pero más que nada, de un estudio sobre el desarrollo de la noción de "aura" en el contexto de la producción artística latinoamericana. No es primera vez que viene a Santiago. Son numerosas las ocasiones en que ha venido para asistir a debates similares y colaborar con instituciones académicas. Por lo tanto, es un agente que conoce el terreno y cuyos textos circulan entre nuestros estudiantes. No solo sus textos de crítica de arte y de historia, sino aquellos que provienen de un trabajo de campo extraordinario, desarrollado en el seno de comunidades indígenas del Paraguay. Particular relevancia, en este sentido, han tenido obras como "La belleza de los otros" y "La maldición de Nemur".

Gerardo Mosquera ha estado en pocas ocasiones en Santiago, pero conoce de sobra la trama artística chilena. Fue uno de los artífices de la exposición de Dittborn en el New Museum, hace algunos años. Pero su conocimiento de la obra de Díaz, Duclos y Dávila le permiten comprender cuales han sido nuestras complejidades programáticas de las últimas décadas. Su intervención en La Factoría nos proporcionó un panorama exhaustivo del arte cubano de las últimas décadas, que tuvo además, el valor de plantear algunos problemas significativos respecto de las tensiones formales de la escena cubana de hoy. Decir eso, en el ARCIS, fue un acto de audacia política.

Marcela Gené, Andrea Giunta y Ana Longoni han dejado la vara muy alta en lo que a exigencia metodológica y precisión de campos de trabajo se refiere. Se trata de tres investigadoras argentinas de la Universidad de Buenos Aires, que dentro de sus esferas de intervención se destacan como lo más granado. Andrea Giunta es autora de "Vanguardia, internacionalismo y política", mientras que Ana Longoni ha escrito "Del di Tella a Tucumán Arde". En concreto: dos obras claves sobre dos décadas claves en la escena plástica argentina (1950 a 1970). Sus ponencias demostraban cómo se realizan estudios de campo en arte y política, refiriéndose a las obras, a las fuentes documentales primarias, a los análisis de historia oral del arte, etc. Pero sobre todo, ambas demostraban que las teorías anglosajonas de las vanguardias, en nuestra zona se enfrentan con la extraordinaria complejidad de los procesos. En nuestra zona, allí donde ha habido vanguardias plásticas regionales, éstas no han sido "destructoras de institución", sino más bien portadoras de nuevos sentidos que han respondido ha procesos instituyentes, de inscripción de una política de reconocimiento internacional, en momentos específicos, en coyunturas intelectuales y políticas específicas.

Marcela Gené nos aportó un análisis, no sobre las acciones de los que hacen el arte, sino de lo que leen aquellos que no hacen arte y no circulan por la esfera del arte. O sea, lo que lee la "gente", fuera del arte, pero que depende de la puesta en circulación de una política iconográfica específica. En la actualidad prepara la edición de un gran estudio sobre la iconografía del peronismo; sin embargo en este coloquio presentó una modalidad de trabajo crítico sobre las caricaturas antisemitas de la prensa argentina en la década del 30-40. A través del estudio de la prensa de masas en coyunturas especificas resulta de extrema utilidad constatar las raíces universales del antisemitismo, formuladas localmente por la puesta en escena gráfica de una política de discriminación que terminará, en el peronismo terminal, acogiendo en la Argentina a criminales de guerra nazis.

Pero la presencia más "curiosa" del coloquio fue la de Sarat Maharaj. No solo decepcionó a los filósofos de la casa, por su "misticismo", sino que habló de una cuestión central: migración y traducibilidad. Dos "pequeños problemas" que des /dramatizaron los términos del debate, ya que fue el único ponente al que fue necesario traducir y que en sus ejemplos recurriera a situaciones de quiebre y recuperación de lenguajes. Lo más grave, para él -al parecer- fue citar en ese medio, a Varela.

En concreto, los invitados extranjeros le permitieron apertura referencial al coloquio, impidiendo que éste naufragara en el autismo y la autoreferencia de una subcultura que se exhibía a si misma como "un caso".

 

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