La institucionalización de prácticas de no deserción.

En el V Simposio Internacional Diálogos Iberoamericanos -Valencia (España), del 14 al 17 de marzo del 2003-, hubo dos intervenciones magistrales que señalaron las coordenadas actuales de la reflexión curatorial iberoamericana.

Por una parte, Eva Grinstein, critica de arte que reside y trabaja en Buenos Aires, realizó un pormenorizado análisis de la situación de los grupos asociativos de artistas y de gestores culturales, en la escena argentina de hoy. Por otro lado, Fernando Cocchiarale, curador del Museo de Arte Moderna de Rio de Janeiro, destinó su intervención a describir la consistente red de grupos de artistas que operan en la escena brasilera, fuera del reconocimiento de las políticas curatoriales de las instituciones ya establecidas. Esto no significa reproducir el debate reductivo en torno al rol del curador, que bien sabemos que posee un trasfondo de “mala conciencia”, promovido por artistas en crisis de representación. Sino, por el contrario, implicó reconocer que el trabajo realizado por las instituciones no recortaba de manera exhaustiva la complejidad de la producción artística brasilera. De ahí el título de su ponencia: “A (outra) arte contemporánea brasileira”.

De partida, ya se reconocía la calidad y complejidad de la escena oficial. Entendíamos: oficial no significa “gobierno”, sino perteneciente y proveniente de las instituciones museales. El “otro” arte, no está “fuera” de los museos por falencia de instituciones, sino porque sus formatos de exhibición ya no satisfacen las propuestas implícitas en las obras. Es decir, la musealidad diseñada para acoger el arte contemporáneo, no logra convertirse en un laboratorio de experimentación. Desde la producción de grupos asociativos, no se plantea una postura anti-museal, sino de superación museal, reconociendo la necesidad de contar con una musealidad consistente, pero que en los límites de su consistencia exhibe las condiciones de su propia crisis. Pero se trata de una crisis que es, en parte, tematizada por la propia musealidad, mediante curatorías “de punta”, que por otra parte, deben recuperar su complejidad poniendo atención a la multiplicidad de iniciativas que ponen en riesgo el concepto actual de “arte público”.

Por su parte, Eva Grinstein, en una ponencia titulada “De la indolencia a la acción: experiencias colectivas y asociativas en la Argentina del colapso”, introdujo la polémica acerca de la propia idea de consistencia de las instituciones museales. Su gran acierto consistió en iniciar su lectura mediante una referencia a la deserción. Es decir: frente a la deserción del Estado, frente a obligaciones que han sido declaradas básicas en relación al desarrollo de las artes, la “sociedad civil” del arte se ha organizado para producir dispositivos y articular instancias de “institucionalización” de experiencias de infraestructura. En verdad, el debate durante el simposio se concentró en esta cuestión: la institucionalización. Lo cual, desde una lectura desde nuestras escenas, chilena, argentina, brasilera, introduce un elemento que sobrepasa la interpretación de la institución como un “aparato”. Aquí, institucionalizar significa, simplemente, instalar condiciones de inscripción y reproducción de experiencias que, en una temnporalidad determinada, adquieren consistencia por los efectos formales aglutinadores que producen en una escena dada. En este sentido, toda acción de grupos asociativos que se plantean originalmente desde la “alternativa”, no es que estén condenados a institucionalizarse, sino que deben aspirar a producir condiciones de institucionalización coherentes al diagrama de obra que los ha habilitado.

Eva Grinstein se refirió de manera muy punzante a la diferencia de intervención que la noción asociativa tenía en un espacio como el argentino y en un espacio como el español. Su experiencia tuvo lugar en Casa de América, durante el 2002, cuando produjo una exposición binacional de algunos de estos grupos. Mientras los argentinos se organizaban para suplir la deserción del Estado, los españoles se organizaban para articular plataformas anti-estatales.

Una de las virtudes de esta discusión es que ni siquiera se mencionó referencia alguna a la periferia y al estatuto de la marginalidad. El debate en torno a esta cuestión ha cancelado aperturas sobre las resistencias y los modos específicos de sobrevivencia de experiencias micropolíticas que han diluido el síndrome centro/periferia. La institucionalización efectiva de las experiencias, en el nuevo escenario descrito por Eva Grinstein, supone la “centrificación” de las periferias, así como la “periferización” de los centros, no ya geográficamente determinados, aún metafóricamente sustentados, sino remitiéndose a constituir modos de comportamiento inscriptivo que modifican su carácter de acuerdo a la consistencia de las coyunturas en las que operan, en el marco de un renunciamiento ético a la ansiedad perverso-polimorfa que define las políticas de carrera.

El caso ejemplar, para describir este fenómeno, recayó en la experiencia del Grupo de Arte Callejero, que trabaja en conjunto con la organización H.I.J.O.S, en la realización de ESCRACHES. Este caso introdujo la cuestión de la Memoria, del Archivo y de la Reparación. Por cierto, el ESCRACHE consiste en una acción INDICATIVA, que señala, que marca el lugar, en el seno de la comunidad, que ocupa un sujeto que ha participado en la represión y cuya impunidad lo pone a recaudo de todo juicio sobre sus acciones. Es decir: una escena de ausencia de justicia. ¿Qué le queda a los hijos de los detenidos-desaparecidos? Son jóvenes que hoy tienen ya casi treinta años y que reclaman justicia. Nominar el lugar en que habita un torturador, mediante la resemantización de los signos del tránsito, corresponde a acciones que buscan instituir el rol del archivo, en la memoria social.

Las acciones del Grupo de Arte Callejero no buscan ser reconocidas por la musealidad, sino por algo más complejo: busca instalar “su (propio) poder narrativo”. Una narración acerca de las omisiones, acerca de los pactos de olvido, acerca del diferimiento de las reparaciones simbólicas necesarias para asegurar las filiaciones. Filiaciones de los nombres, de los cuerpos, de las obras, de las instituciones.

Pero dichas acciones, no son exclusivas. Existe una gran diversidad de esfuerzos institucionalizantes en la escena argentina: Revista Ramona, Proyecto TRAMA, entre otros. Lo central del debate fue la introducción de la noción de deserción. Lo que implica reconocer que el arte, al menos, sigue siendo el único espacio que no deserta.

Institución de la no deserción, en los tiempos de colapsos éticos.

Marzo 2003.

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