Notas sobre Omaha (I).

En septiembre de 1985 tiene lugar en dos galerías santiaguinas –Galería Sur y Galería Bucci- una muestra colectiva que, bajo el título Fuera de Serie, reúne un conjunto de obras de los artistas Francisco Brugnoli, Juan Domingo Dávila, Gonzalo Díaz, Eugenio Dittborn, Arturo Duclos, Virginia Errázuriz y Carlos Leppe.

La doble exposición, febrilmente preparada desde diciembre del año anterior, será encuadrada por un catálogo que contendrá los textos del poeta Gonzalo Muñoz, del profesor de filosofía Pablo Oyarzún y del crítico de arte Nelly Richard.

En esta muestra, Gonzalo Díaz presenta dos trabajos: Pintura por Encargo (Galería Sur) y El derecho a la pereza de Lafargue (Galería Bucci). En dicha ocasión, frente a las exigencias que ambos trabajos presentaban, como continuación de mi atención a las dos últimas obras que Gonzalo Díaz había presentado en junio en Buenos Aires y Santiago, escribí dos textos. El primero, para/desde Pintura por Encargo se titularía Omaha: cabeza de playa; el segundo, en esa misma condición tendría por título Trabajos de Mesa o delirio del envasamiento. Por razones financieras, ninguno de los dos textos fue publicado en ese momento; que mayor utilidad nos hubiera proporcionado, dada la intención polémica manifiesta que ambos esgrimían. Fragmentos de Omaha fueron leídos en el curso del debate que cerró la exposición y una edición restringida de Trabajos de Mesa fue presentada por mi, como ponencia en el seminario que Flacso, Francisco Zegers Editor y Galería Visuala organizan en septiembre de 1986, a propósito del lanzamiento del número especial con que la revista australiana Art&Text acoge Margin and Institutions, trabajo de Nelly Richard sobre una de las escenas parciales de las artes visuales en Chile, entre 1977 y 1983.


Gracias a la apertura editorial de la serie de monografías del Departamento de Teoría de la Facultad de Artes [1], Omaha: cabeza de playa puede ser publicado. A dos años y medio [2] de su escritura, me pareció imprescindible escribir una presentación, como una manera de situar las condiciones bajo las cuales fue producido. Condiciones literarias, plásticas, políticas, metodológicas, para servir a la apertura de un debate sobre la crítica de arte en Chile y la obra de Gonzalo Díaz. Es decir, dicha obra en la crítica y dicha obra como crítica. Conociendo de antemano, el lector específico, cual ha sido la atención que he proyectado hacia/desde el trabajo de Gonzalo Díaz, en los últimos cinco años. La atención de una sombra que acarrea consigo el perfil de un deseo de escritura que hace causa con la obra.


Al presentar un “texto antiguo” es preciso justificar la distancia de esta circulación pública en relación a su momento de redacción. Pero esto es solo una obligación gratuita. Entonces, exceso de carga en esta red (de) acción, que amenaza con hundir el navío, la barca de paso. Si de peces se trata; es decir, de reparticiones. En Chile, un texto escrito hace dos años es (ya) un texto antiguo. Nos volcaremos hacia él con la austera desconfianza del numerólogo. Solo para indicar el carácter táctico de la distancia y de la manera de enunciarla hoy, partiendo por explicar la naturaleza de las metáforas militares en mi aproximación a la obra de Gonzalo Díaz. Pero esta son meta-metáforas. Son metáforas-dispositivos, productores de un cierto conocimiento, a manos de una subjetividad en proceso. La subjetividad como “work in progress”. En todo caso, como trabajo… manual. Y de paso, el peso de éstas meta-metáforas en el mare magnum de trabajos académicos y militantes chilenos sobre pintura y artes visuales. Un peso específico, re/visado desde el entramado de trabajos actuales designados bajo el título Marcación del territorio o introducción al paisaje chileno.


En verdad, esto es más que un título; es un dominio … de cierto conocimiento. Ya lo dije. Doble dominio: el del lugar de Pintura por Encargo, en la obra de Gonzalo Díaz; el del lugar de esta obra en el entablado de la escena que los organizadores de una muestra colectiva configuran. Por eso, metáfora militar para afrontar los tiempos difíciles de circulación de una obra plástica y de una obra textual. Ya hemos dicho lo suficiente, en el texto que ambos firmamos, para servir de apoyo a ¿Qué hacer?, en junio de 1984.


Entonces, tenemos: Chile, el campo plástico chileno, nuestro continente ocupado, exhibiendo su playa. El cielo gris, la playa gris, esa frase me mata. Allí nos instalamos. Otra herida: la porción vertical de pasta en una playa gris de Adolfo Couve. Temporalmente. La herida. El continente de la pintura padece omisiones y aniquilaciones que solo el desembarco del grumo puede salvar de la tiranía. Con el auxilio de una teoría adecuada. Teoría de “media tinta”. Si por teoría entendemos, ese aparato narrativo de sustitución, de que hablo en Prólogos [3], realizada a partir del relato de dos chistes que desencadenan el escurridizo discurso de Trabajos de Mesa. También, este último, de publicación distante. Asumido, como texto residual, hoy, en una nueva publicación de Galería Visuala [4].


[1987]


 


 


[Notas del autor, marzo 2003]
[1] Dicha serie formaba parte de un proyecto de ediciones de la mencionada Facultad. Sin embargo, problemas internos, respecto de la posición de Gonzalo Díaz en la lucha académica y política interna, canceló la posibilidad de llevar a cabo la publicación de los textos señalados.
[2] Todos los textos que se publica en esta ocasión y que llevan por título genérico Notas sobre Omaha, fueron redactados durante el verano de 1988. A título probatorio se reproduce una imagen de los manuscritos.
[3] Prólogos, (Justo Pastor Mellado), Video. Realización de Juan Francisco Vargas, julio 1987.
[4} Justo Pastor Mellado, Textos Residuales, Ediciones Visuala, 1988.


 


Abril 2003.

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