La subordinación de las prácticas de caridad cristiana a las estrategias de mercadeo han transformado radicalmente el campo religioso en Chile. Ya no se trata de fomentar la realización de “tomas de terreno”, sino de promover la inversión inmobiliaria a nivel popular. Para ello se requiere de un gran voluntariado, que ponga a disposición de este trabajo, miles de horas, sin las cuales ninguna empresa de este tipo funcionaria. El voluntariado aparece como un terreno de inversión simbólica, a través del cual se desarrollan planes de formación y liderazgo de un nuevo tipo. A tal punto, que si se piensa en el estado actual de las juventudes de los partidos políticos, Un Techo para Chile resulta ser la primera organización de jóvenes, y por ello mismo, en virtud de un desplazamiento programático desde el Discurso a la Acción Testimonial en pro de un objetivo específico y simbólicamente rentable, ha pasado a convertirse en la única escuela de dirigentes juveniles existentes en el país.
El modelo de la Política de Vivienda se expande a los modos de existencia de espacios vulnerables. Es muy probable que el espacio artístico tenga que ser comparado a una población vulnerable, de difícil estabilidad orgánica, teniendo que depender para su funcionamiento de la acción concertada del Estado. Poner dinero en el arte chileno sería, entonces, invertir a fondo perdido. Lo que, por cierto, no significa invertir, en sentido estricto. El Fondart sería, nada más que un recurso de contención crítica para asegurar condiciones mínimas de subsistencia a una comunidad en riesgo permanente.
Esta podría ser una de las razones de porqué el Significante CASA ha reemplazado al Significante Corte y Confección, en la historia cercana de esta escena. La Maqueta de la “toma” de Leppe en Animal instala esta inomitible realidad concreta, porque le devuelve a la propia escena su condición de víctima.
En relación a lo anterior, la situación planteada por las quince mil personas que se levantaron a medianoche y se dirigieran a los cerros de Concepción para escapar de un supuesto tsunami, señala la existencia arcaica de un clamor del que esas poblaciones son portadoras. Lo que dicen, a través de su acción, es que desean ser damnificados; es decir, que Alguien se haga cargo de ellos. En el fondo, buscan ser tratados como víctimas, no de una Crisis Social, porque por ese lado ya no hay respuesta, sino de una Catástrofe Natural. De este modo, llegarán efectivos de las Fuerzas Armadas y montarán un hospital de campaña con todas las comodidades. Esto ocurriría en el mismo momento que un centenar de militares involucrados en casos de DDHH esperan la resolución de tribunales. El arcaísmo de las poblaciones secularmente maltratadas las conduce a buscar en las catástrofes naturales una explicación supra-humana, aunque no todavía divina, de su malestar.
El campo artístico se conduce de un modo análogo a lo que se planteó en este levantamiento imaginario de los quince mil pobladores en cuestión. Lo que más desean sus agentes es que se instale en su seno una campaña de Remodelación Urbana mínima. Por eso apela a los modelos de las luchas urbanas de los años Sesenta. El proyecto que ha desarrollado Galería Metropolitana, bajo el título, justamente, Toma de Terreno, es un síntoma de esta situación. Es decir, del sentimiento de SIN-CASA que abrigan los artistas chilenos. Y un SIN-CASA, a lo menos aspira a ser ALLEGADO de Alguien, que sea (un Padre Totémico, una Institución, un Fondo Concursable).
Un caso patético en esta vindicación de una Política de Vivienda para el arte chileno lo representa la actual Restauración del MAC-Universidad de Chile. No habla de mérito alguno de su dirección, sino del efecto de transacciones de “alta política”, llámese Contencioso Lagos-Riveros. De este modo Lagos demuestra que una Política de Vivienda es siempre una estrategia de compensación por un daño ejercido en otro lugar. ¿Cuál será el otro lugar real del daño?
El léxico de las luchas urbanas y su normalización administrativa convertidas en POLÍTICA CULTURAL REAL, encubre el hecho de que la Política Cultural implementada por el Consejo Nacional de Cultura, NO ES LA VERDADERA POLITICA CULTURAL DEL GOBIERNO DE LA CONCERTACIÓN. En términos efectivos, dicha POLITICA CULTURAL REAL está siendo ejercida, si esa es una palabra adecuada, por una dupla político administrativa infalible, formada por el Ministerio de la Vivienda y el Ministerio del Interior. Esta es la razón de porqué el Consejo Nacional de Cultura debía tener una estructura vaga, a cargo de un ministro sin firma. Porque en términos estrictos, fue su estructura concebida como un CAZABOBOS.
Febrero 2005