Re/potenciamiento de la Infraestructura Curatorial

Estando en Boston, asistiendo al coloquio “Simulacra,Latin American Divergences in Eurocentric Time and Space”, organizado el 10 de abril por Daniela Rivera en el Museo de Arte de Boston, leí una información sobre las discusiones que se habían originado en el Palacio de La Moneda en torno a la compra de un avión presidencial.  De regreso, en JFK, esperando la hora de embarque, no pude dejar de escribir estas notas, teniendo en perspectiva el debate que ya había tenido lugar en el Centro Cultural Palacio La Moneda, a fines del mes de marzo, que había contado con la presencia de Lisette Lagnado, curadora de la XXVII Bienal de Sao Paulo.


 


¿De que se discute en los coloquios? ¡De simulacros!!De divergencias! Los psicoanalistas sostienen que los coloquios son una manera de continuar el análisis. Los críticos pueden sostener que los coloquios son maneras de fijar los momentos de encubrimiento crucial de los estados de un debate. La crítica es una tarea de encubrimiento nocional, cuando no, una tarea de agente encubierto.



 


En Boston, hablé de los procedimientos de Eugenio Dittborn. Proseguí en Buenos Aires, hablando de lo mismo, en otra plataforma, para otro propósito, en mayo, junio y julio, en el marco de Intercampos II, el seminario de análisis de obras organizado en Fundación Telefónica de Buenos Aires, por la artista Patricia Hakim. Partí, entonces, discutiendo de producción institucional (bienal), para terminar debatiendo sobre producción singular (procedimientos específicos de trabajo).


 


Sostenido por el discurso de Lisette Lagnado, a partir de su relato sobre el eje conceptual y político de la bienal, “¿Cómo vivir juntos?”, pude leer las obras de artistas argentinos preocupados en ensanchar los horizontes de  percepción de la vida cotidiana, como Andrea Cavagnaro, Karen Kampelmacher o Gabriel Baggio. Desde ahí me fue posible retomar la propuesta de Daniela Rivera y reconsiderar estas notas escritas en JFK, conectadas esta vez con lo que Gabriel Pérez Barreiro, curador de arte latinoamericano del Museo Blanton (Austin, Texas), describe en mayo en Buenos Aires, en una de las mesas redondas de ArteBA, relativas al criterio de integración de artistas latinoamericanos a colecciones de museos estadounidenses.


 


El discurso de Pérez Barreiro se conecta, a su vez, con el debate de La Moneda sobre la compra de un avión presidencial Sin embargo, las prestigiosas nuevas curadoras formadas en la profilaxis calvinista me preguntan, con mirada des/calificatoria:  ¿Qué puede tener que ver  una discusión de defensa con la crítica de arte?  Después de escucharlas, recordé el discurso de los voluntarios del “cuerpo de paz” de fines de la década de los 60. 


 


Entonces, lo que debieran saber las nuevas curadoras, es que hay un momento, en la historia militar de los países, que éstos deben renovar parte de su material. Hay países que no pueden adquirir armas de primera mano. De este modo, compran material sofisticado que ya ha sido puesto a prueba por otros. Así, algunas fuerzas aéreas adquieren aparatos de segunda mano en buen estado, o bien, transforman la aviónica del material disponible. Dicha intervención re/potencia los aviones y los deja aptos para seguir cumpliendo sus funciones de combate.


 


En el terreno de la crítica ocurre algo similar. La adquisición de revistas con algunos cuantos años de retraso, puede re/potenciar los debates locales. Basta, para estas refriegas, recurrir a argumentos que ya han sido probados en otros campos de batalla. Las bibliotecas de nuestras escuelas, museos y centros, pueden adquirir números atrasados de revistas referenciales, a buen precio.


 


En Strand (Nueva York) se puede adquirir por un dólar y medio, el número de marzo-abril 2000 de la revista italiana “Tema celeste (arte contemporáneo)”, que en su momento de aparición costaba seis euros con veinte.



Ahora bien: para mantener el material funcionando, las fuerzas aéreas deben dar un salto tecnológico en el área del mantenimiento. El debate crítico debe experimentar un salto significativo en lo que a mantenimiento conceptual se refiere. El actual debate abierto por el deseo institucional de una bienal en Santiago, exige un re/potenciamiento de la infraestructura cultural, en unos términos que demuestran su pertinencia como aceleradores discursivos.


 


Lo que hay que hacer es desplazar a los agentes de administración estética y relocalizar el debate. El solo enunciado de la portada del número atrasado de la revista italiana nos puede poner en una dirección adecuada. Una sola frase de Vito Acconci, artista nacido en 1940 en Nueva York, que al menos en el 2000, vivía y trabajaba en Brooklyn, puede recomponer los términos de la discusión. Al mismo tiempo, podemos hacer que dicha frase responda “por anticipado” a la objeción de INCUBO/Cameron.


 


Al respecto, las INCUBADORAS de curadores han demostrado con su programa que los dispositivos de venta del material crítico ofrecido, no satisfacen las necesidades de desarrollo autónomo de las fuerzas locales. Ofrecen un tipo de asistencia técnica
destinada a fragilizar las iniciativas de autonomía local. Hablando en “antiguo”, favorecen la reproducción de la dependencia.


 


Pues bien, la frase de Acconci es la siguiente: “CUANDO LOS ARTISTAS MADURAN, SE VUELVEN ARQUITECTOS Y PLANIFICADORES URBANOS”.

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