La Exposición de Parra (7)

El uso que hace Jorge Edwards de la categoría del mal gusto en De Rokha, “que ha terminado por imponerse en grandes sectores de la literatura chilena”, le permite relativizar en extremo el empleo de los objetos impuros y los materiales de demolición de Parra en su exposición. Es por esta vía que aborda la crítica de mi análisis, ya que señala su inutilidad recurriendo a mi posición de “tonto grave”, porque me tomé en serio algo que no había que tomar en serio. A su juicio, el ánimo burlón y el humor crítico de Parra no ameritaban la aplicación de la maquinaria comparativa duchampiana. La verdad es que, contrariamente a lo que supone Jorge Edwards, nadie pierde la paciencia con Parra. En el campo de la teoría, nadie se aplica en saber si su cachureo es sometido a juicio desde la analogía dependiente y referencial del “ready made”.


Disiento de Jorge Edwards, porque no hice uso de recurso alguno a Duchamp, sino al standard que las obras de Dittborn y de Leppe habían establecido como medida referencial en esta escena. No me resultaba preciso aplicar la comparación con la historia universal del arte del siglo XX, sino tan solo el valor que me podía proporcionar la densidad de nuestra propia escena plástica local.



Sin embargo, Jorge Edwards sugiere algo que no trata con detalle, pero que puede ser de gran utilidad analítica, en lo que se refiere a la relación de Neruda y Huidobro con las vanguardias plásticas. Y esto es de un valor inestimable. Porque es un hecho documentado que Huidobro está vinculado a la par con las vanguardias históricas, tanto plásticas como literarias. Cuando regresa a Chile trae consigo una colección de arte africano que había ido adquiriendo en Paris, producto de sus relaciones con artistas para quienes el arte africano constituía una plataforma de interlocución ineludible. Huidobro donó su colección al Museo Nacional de Bellas Artes. Su director de entonces, Luis Vargas Rozas, cedió la mitad de ésta al Museo de Historia Natural. Sin embargo, próximamente, en el Museo Nacional de Bellas Artes se montará una exposición que reúne ambas colecciones. Ya era hora.


En cuanto a Neruda, su relación con las vanguardias plásticas es problematica. Más bien, hay que decir que su sentido común plástico llegaba hasta los muralistas: Siqueiros y Portinari. Arte oficial. Y por lo demás, Neruda siempre tuvo relaciones con el polo oligarca de la plástica chilena. Paradojal. Era, en otro sentido al de Parra, un gran cachurero-perverso-polimorfo. Ahora bien: es muy probable que el cachurerismo de Parra sea una respuesta a Neruda; de ahí que el alcance simbólico de la “antigualla” acumulada en las casas regentadas por la Fundación Neruda haya querido ser desmontada en su poderío ritual desde el despliegue de Obra Pública.



En lo inmediato, es preciso reconocer la diferencia de trato de Neruda y Huidobro con la objetualidad. Incluso, Jorge Edwards se refiere a la exposición de los caligramas de Huidobro en el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Es probable que sea la misma exposición sobre el Ultraísmo que fuera exhibida en nuestro Museo Nacional de Bellas Artes. Este era uno de los antecedentes que los montadores de la exposición de Parra debieran haber conocido, para ubicarse en el contexto crítico adecuado.


Todo parece señalar que habría que entender esta exposición de Parra como el anverso al mal gusto nerudiano. Lo que nos lleva a formular la hipótesis según la cual, esta exposición es nada más que una operación destinada a legitimar -institucionalmente- las piezas que podrían constituir próximamente el fondo de obras de una futura Fundación Nicanor Parra.

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