Los acontecimientos artísticos están determinados por el lugar que los acoge. En el Museo Nacional de Bellas Artes, el sub-suelo define destinos complejos. El tanque de madera de Téllez está debajo de otra máquina de guerra: la prensa de grabado del Taller 99, exhibida como ruina griega de la registrabilidad oligárquica chilena. Todo un discurso de sobreposiciones. Por debajo está exhibiendo quien no tiene siquiera que decir que estuvo en el Atelier 17. Era demasiado cercano de Hayter, mismamente. La repetición ceremonial de su nombre en Chile, al parecer, tiene que ver con la lejanía referencial. Es una imagen de marca convertible en sello de filiación dudosa. Pero Téllez, debajo de la prensa mítica, monta un dispositivo paródico ejemplar. El tanque resulta ser una maqueta uno a uno de su referente, exhibida junto a una maqueta de juegos de guerra de escala reducida en extremo.
El Taller 99 es una máquina de guerra destinada a distorsionar la historia del grabado. No basta con afirmar que antes de Antúnez, había suficiente grabado en Chile. ¡Más que suficiente! Pero era comunista. Y si no, sugiero a los lectores que revisen en los anales el nombre de Carlos Hermosilla.
Una vez que Antúnez se fue de agregado cultural a Nueva York, cerró el Taller 99. La prensa se la dejó a la Escuela de Arte de la PUC. Este era un gesto patronal. Regresaría para hacerse cargo de la escuela. Pero no fue así. Regresó al MNBA. El Taller 99 no se reorganizó en esa fecha. Antúnez estuvo ocupado, más que nada, en la organización de las Bienales de Grabado.
La Facultad de Artes de la Universidad de Chile le hacía una férrea oposición, en el terreno del grabado, al punto de Antúnez pasó a ser, formalmente, un conservador fetichista frente al materialismo de los serigrafistas de los años setenta, que produjeron la carpeta “Las 40 medidas”. Del Teller 99 nunca más se supo. Luego, durante la dictadura, las estrategias serigráficas se deslizaron hacia los desplazamientos, redefiniendo el espacio del grabado èro de manera radical.
Solo a su regreso de los ochenta, Antúnez reinventó el Taller 99. En verdad, ya no tenía nada que ver con su ideología del grabado. Ha llegado el momento de pensar, incluso hoy, que el mito de Antúnez es un peso que daña, finalmente, al propio desarrollo del taller, que desarrolla una política formal bastante más amplia que lo que el propio Antúnez hubiese permitido. Es hora de que se realice el corte distintivo, en que el taller 99 sea reconocido por el trabajo de sus actuales componentes que por la memoria fetichizada de su ya lejano fundador. De hecho, el Taller 99 ha sido, en la práctica, refundado. Sin embargo, la critica cultural no está dispuesta a reconocer dicha autonomía. Exposiciones como las del MNBA no ayudan a afirmar su política de independencia necesaria.
Mientras tanto, en el sub-suelo, Téllez instala un objeto seriado por la producción industrial, resolviendo la continuidad de la parodia mecánica. Y lo hace en la semana en que se discute por la prensa la prohibición a discutir el tema de los recursos de las ventas del cobre destinados a gastos militares. En los periódicos aparecían, justamente, fotografías de tanques Leopardos haciendo maniobras. No me consta, pero escuché que los tanques chilenos no eran nuevos, sino cacharros belgas repotenciados, que no servían para nada. Todo eso indica el olor de la coima. Indemostrable. Pero pensable. Y Téllez, haciéndose el que no sabe nada, reproduce la imagen de esos tanques, en el propio museo. Como piezas de museo. O bien, como piezas que reclaman el museo para hacerse visibles sin la culpa de su origen.
Todo esto no es una metáfora; es una parodia. Lo repito por tercera vez. Las guerras de Téllez permiten, entonces, sacar a relucir las viejas armas de la teoría, de cuando Enrique Lihn escribe en los ochenta sobre Téllez, de un modo que sus viudas actuales debieran hacer el esfuerzo de acallar la argumentación de esos textos que leídos hoy, las desautorizan. Es decir, como sugiere Alberto Madrid, hay que leer esta exposición de Téllez teniendo en la memoria ese viejo y novedoso texto de Lihn.