La Cultura de la Retención

En la escena chilena nos enfrentamos a un nuevo problema: no son pocas las artistas que han tomado la vía de convertir la gestión cultural, en obra plástica. Este es el nuevo terreno en que se verifican los heroicos desplazamientos de la escena chilena. Primero fueron los desplazamientos del grabado, luego vinieron los corrimientos del objeto. Ahora se trata de hacer de la gestión, un desplazamiento de poder.


 


Tengo mi posición formada al respecto: cuando la obra falla, la gestión cubre la falta. El “arte de formularios” que logró montar el Fondart como género institucional, se ha convertido en “arte de encubrimiento”.


 


Estamos frente a obras que han hecho de su fracaso, una pequeña posteridad. Ello solo es posible en una escena donde los agentes que no logran consolidar una “carrera”, desde sus obras, reciben reconocimiento suplementario por servicios prestados que blanquean la falla. Si la gestión reemplaza la obra, al mismo tiempo modela las estrategias de relaciones públicas que permiten ser incluidas en proyectos. En este terreno, hay que distinguir entre la falla simbólica y el fracaso real. Ambas se combinan, de modo que la segunda financia a la primera, al modo cómo un catálogo sostiene la exposición que lo invalida.



 


Nury González es de las artistas que tienen el extraño privilegio de haber colaborado en la instalación de una costumbre que se ha vuelto decisiva en esta escena: solo producir para exponer. Por lo tanto, solo se trabaja para conseguir lugares de exposición. De ahí que la estrategia de La Conseguida de Sala se haya transformado en soporte de obra mediante el control de la gestión de espacios de exhibición.


 


En la medida que la obra Es La Gestión, ya no hay fisicidad presencial. O bien, esta pasa a ser un mero trámite de mercadeo editorial. Si no se dispone de obras, al menos, hay discurso. Sin embargo, al no disponer de obras en depósito, no hay posibilidad de editar una muestra a partir de la consideración de un conjunto de piezas, respecto de las cuáles se pueda discriminar algún tipo de calidad. Lo que hay es lo que se muestra. No se muestra una edición de lo que se tiene. Porque al no disponer, no hay trabajo de lectura ni de montaje. La propia noción de montaje supone la existencia de piezas que puedan ser descartadas.


 


En Gasco, en su situación de vitrina, solo cabe diseñar la ocupación de un sitio que ilustra el programa proyectado. Pero nada asegura que la materialización del proyecto cumpla, efectivamente, con la calidad visual descrita en el formulario. Por eso, la obra de anticipación se verifica en el manejo y control de los espacios, por una franja que gestores-artistas que hacen obra de la puesta en condición de sus gestiones.


 


Se ha instalado en la escena chilena, una generación completa de artistas que sostienen una extraña relación con la productividad. Esta aparece determinada por una noción del encargo, adecuado a la ficción del control efectivo de flujos, donde lo decisivo es la visibilidad de una extraordinaria y no menos sorprendente Cultura de la Retención de Obra.

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