Multiplicación de la Endogamia

Lo más grave de una exposición como MULTIPLICATION (léase en inglés) es el sub-título que El Mercurio le habilita, a través del artículo de Cecilia Valdés. ¿Cómo es posible que el espíritu republicano de la rectoría recién instalada permita semejante atentado a la autonomía universitaria? Así están los tiempos. Aunque si seguimos la linea de dependencia, habría que remontarse al MAC de “De Cézanne a Miró”. O sea, el MAC se constituye desde un gesto mercurial. Brugnoli debía tener un poco más de cuidado en su euforia instruccional, ya que la falta que comete es doble: por un lado, reproduce la dependencia simbólica de un ente editorial extra-universitario, y por otro, se somete a la necesidad de “arrejuntar” a un grupo de artistas para que hagan de comparsa a una muestra británica que, opera como base de referencia.


 



Sin embargo, el sub-título del artículo es de antología: “Desde Damien Hirts a Gonzalo Díaz”. Señala la dimensión de la dependencia sígnica y conceptual, además de hechars el museo al hombro. Jamás habría en un periódico londinense un sub-titulo inverso. Por ejemplo: “De Gonzalo Díaz a Damián Hirts”. No se vale tanta agresión reversiva. Se supone que el director del MAC está para defender al arte chileno de otras agresiones simbólicas. Sin embargo, en el rencor que lo habilita, lo que hace es sostener la agresión blanda que consiste en diseñar una muestra dependiente.


 


Lo que asombra es la docilidad de los artistas para aceptar ser expuestos en estas condiciones políticas y conceptuales. El MAC, de su patética dependencia de las muestras alemanas a través de la política internacional de exhibiciones del sistema Goethe, hace ostentación de su dependencia del aparato británico de distribución de envíos itinerantes empaquetados.


 


El tema del múltiple, si es un tema, es acomodado para disolver la radicalidad de una historia del grabado, en la que el propio Brugnoli necesita retocar sus propios componentes. De lo que debía hablar es de los múltiplos del Taller de Artes Visuales. O de los múltiples problemas de recuperar una historia de la objetualidad chilena, para la que ha hechop todo para que su obra de los overoles sea leída, todavía, como precursora del conceptualismo chileno. Lo que está en el borde de la falta ética es la disponibilidad de un museo para retocar la historia a su antojo.


 


Resulta culposa la mención que Brugnoli hace de la obra de Carlos Hermosilla. Su anti-comunismo de hoy lo hace recuperar a sus viejos héroes, desarmando el efecto de sus obras. Omitiendo, por lo demás, el atentado que el propio MAC de los setenta le hiciera el propio Hermosilla, que para hacer calzar sus xilografías a los formatos de los marcos del museo, simplemente las cortaron a la medida de los marcos. Entonces, relatar la anécdota de que el viejo grabador firmaba con lápiz pasta o no firmaba los grabados, resulta chistoso e irrelevante para el caso.


 


No hay que confundir la historia del grabado con la historia del múltiple. Es muy probable que esta exposición subordinada, reivindique el valor del múltiple, como síntoma de la depreciación del mercado de arte, en el que la pintura y los objetos escultóricos de centro de mesa han subido excesivamente los precios, distorsionando el mercado de los regalos de matrimonio. Los múltiples aparecen como una nueva alternativa de productos en la proximidad de la Navidad. Todo esto, por cierto, en el marco de unas declaraciones ingenuas de Brugnoli sobre la ficción del mercado chileno. Es el recurso argumental típico de los docentes que viven del mercado de la educación superior de arte.


 


Lo más grave de todo, más que todo, es el párrafo final de cecilia Valdés: “el arte nacional no desmerece en nada junto a los británicos. Incluso, algunos trabajos de los chilenos superan a los invitados”. Aquí, esas recomendaciones de extrema cercanía no valen. Una exposición de este tipo, en Gran Bretaña no tendría sentido alguno. El punto no es pasar por invitados de piedra de una exposición que no contemplaba invitados, sino ensayar una muestra en la que estas obras chilenas pudieran competir, esa es la palabra, en ambientes no protegidos.


 


El MAC, para este efecto, opera como “reserva natural” de obras consideradas en su estatuto de “bosque nativo”.

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