¿De que se trata “Copiar el edén”? ¿Es un libro de historia del arte? ¿Un catálogo de obras precedido por un conjunto de ensayos que cubren un período largo de producciones?.
Más bien, habría que pensar que está a medio camino de uno y de otro. O que posee rasgos de uno y de otro. En tal caso sería un híbrido al que le haría falta la exhibición de referencia. Debemos rendirnos a la evidencia de que esta ya existe como fantasma. Es como si ya hubiese tenido lugar. Aunque todo indica que no ha sido preciso haberle dado materialmente curso.
Digamos que por la naturaleza de las notas, de los pies de foto, de la
bibliografía y de la selección de fragmentos, puede parecer un compendio de
historia. Los pies de foto están destinados a contextualizar la obra y situarla
temporalmente. Aunque no todos satisfacen dicho propósito. Hay evidentes
diferencias de consistencia en las notas, porque en verdad, hay un evidente
desequilibrio –a nivel de obra- entre los artistas. Es el riesgo que se corre
cuando se realiza el inventario de la producción de cuatro décadas, sin disponer
de un eje de ordenamiento más que el orden alfabético, si bien dicha enumeración
se ratifica mediante la publicación de una “bibliografía fundamental”, sin
mencionar los lugares institucionales en que dichos títulos pueden ser
encontrados. Más que nada, la lista de títulos señala el estado de su ausencia
de circulación. Puesto que se trata de textos que no se encuentran fuera de
Chile y que ya en el país resulta difícil encontrar más de alguno de ellos.
La publicación de una bibliografía resulta engañosa en una edición de esta
naturaleza, porque introduce un rasgo académico a un soporte que se pone en
circulación llevando de todo para el camino, como si anticipara la certeza de
que no habrá otro libro como este. En este sentido, es un libro en que se pone
toda la carne a la parrilla.
Una cierta congoja aparece cuando se verifica la selección de fragmentos que,
entre descriptivos y analíticos, definen por tema, el carácter de la escena
chilena. No debieron haber sido publicados: solo hay 16 fragmentos escritos por
autores extranjeros en una masa de 154 textos. Y de esos 16, las autorías deben
reducirse a solo 10. Esa es la medida del interés que el arte chileno ha
despertado en la crítica internacional. ¿Es así como se “nos” lee?.
Ahora bien: los fragmentos presentan no solo diversa autoría, como es de
esperar, sino que según los temas, los autores aparecen incluidos todos en un
mismo saco, compartiendo un valor funcional unificado: historiadores, críticos,
políticos, funcionarios, filósofos, curadores, periodistas culturales.
Lo anterior corresponde a un procedimiento de mapeo local, que ya ha sido
empleado en otras ediciones para-operales. De hecho, en la edición de Galaz /
Ivelic, “Chile Arte Actual”, de 1981, la última parte del libro, impresa en un
papel que simulaba ser“papel kraft”, acoge la impresión de un panorama de textos
alusivos a la escena de “esa” actualidad. En esa coyuntura, en un libro “para el
interior”, ya existía la voluntad de unificar a la crítica sobre“papel basura”.
Al menos, en “Copiar el edén” -libro“para el exterior”- el color del papel fue
aclarado; digamos, ¿para acoger el blanqueo de la crítica? Sin embargo, cabe
preguntarse por la utilidad que este mapeo pudiera representar para un público
extranjero que, además, está desprovisto de la posibilidad de acceder a las
fuentes. Me parece que en algún lugar, la fuente ha experimentado una cierta
banalización, al ser incorporada a una escena de reducción editorial que hubiese
merecido una introducción crítica. Con eso, al menos, se hubiese salvado
–académicamente- la situación.
El otro punto complejo de este mapeo es la unificación de las temporalidades,
por más que la distribución de los fragmentos haya estado regulada por un
temario que se asemeja demasiado a un indice de Revista de Crítica Cultural:
Chile en tiempos de dictadura, La escena de avanzada (fijación del término),
Estética de la Escena de Avanzada, La transición a la democracia, Los años 80,
Los años 90 y los 2000, Formación de artistas, Espacios de Exhibición de arte,
Escritura sobre arte, Historia e historiografía, el contexto: el país,
Latinoamérica y el resto.
Está de más decir que el temario no determina el ordenamiento de las obras.
De ahí que el temario no aparece como un espacio necesario. Es como si fueran
dos libros en uno: compendio de fragmentos críticos e inventario de obras.
Podrían existir el uno sin el otro. A menos que el segundo bloque se legitime
como “legitimador” del inventario de obras. Esta es la principal dificultad
cuando se pone en montaje un híbrido editorial.
Este libro tiene la desventaja, además, de acarrear sobre si la exigencia
simbólica de sanción de pertenencia a la Historia. Por más que se presente como
Una Mirada, entre otras, la verdad es que se lo piensa como una cosa que no se
volverá a repetir en mucho tiempo más. De ahí el malestar y la expectativa que
ha generado. En esto reside la necesaria incomodidad de hacer un libro de estas
características, en un país que carece de masa editorial consistente.
COPIAR EL EDEN