Bienales Bienales Bienales Bienales

 

Hace unas semanas estuvo en Santiago la curadora paulista Ana Paula Cohen, invitada por la escuela de arte de la UDP. En el momento de su intervención distribuyó algunos ejemplares del primer número de “Museumuseu”, tabloide de arte editado por Ana Paula Cohen y el artista Mabe Betónico. Iniciado por este último en el año 2000, el proyecto “museumuseu” se caracteriza como una estructura que articula actividades, textos, imágenes, etc, organizadas en cuatro núcleos principales: Historia del Museo (documentos y ficciones), Más allá del Museo (el museo en la ciudad, la ciudad en el museo), El Tiempo del Museo (las exposiciones temporales) y la Palabra en el Museo (museo de palabra y palabra de museo).

 

 

 

Este proyecto fue invitado a participar en la 27ª Bienal de Sao Paulo. El desafío fue de marca mayor: ¿cómo proponer  una presencia física en el pabellón sin que por ello se restrinja a la presentación didáctica de una estructura cuya complejidad no cabría en un espacio de exposición?  Este es el tipo de reflexiones que se nos plantean desde la expansión de las prácticas artísticas hacia la escritura y la producción de obra que recurre  a la musealidad como materia prima.

Pues bien: en este número se reproduce, entre otras cuestiones claves, un artículo que Ivo Mesquita publicó en el 2001 – 2002 en el número 52 de la Revista USP, de Sao Paulo con el título “Bienales Bienales Bienales Bienales Bienales Bienales”.  Hay una versión inglesa  revisada por el autor y que fue publicada  en “Beyond the box: diverging curatorial practice”, editado por Melanie Townsend, a través del Banff Centre Presse, de Toronto, en el 2003.

La re/puesta en circulación de este texto escrito hace siete años adquiere un valor  suplementario, dada la perspectiva reflexiva que para las experiencias de  musealidad flexible propone la 27ª Bienal de Sao Paulo.

En su texto, Ivo Mesquita se plantea lo siguiente:  en tiempos de la cultura como espectáculo el arte se ha vuelto un espacio central para la cultura globalizada, involucrando a un público y un rango de inversiones financieras sin precedentes en la historia de la humanidad.  Ivo Mesquita verifica la existencia de dos tendencias discursivas al respecto. Por un lado, el discurso académico posmodernista para quien la producción de arte es tomada como una ilustración de principios teóricos que exiweten previamente a la aparición de los trabajos. Por otro lado, el discurso de las políticas culturales, que propone el uso de muestras con propósitos de renovación urbana, turismo cultural y otros objetivos pragmáticos.

Ninguna de estas tendencias abordan la pregunta de si las bienales están o no definiendo nuevas relaciones sociales/políticas/culturales en un mundo globalizado o si están sus curadores colaborando en el mejoramiento del diálogo intercultural, o si solo son agentes sofisticados de capital globalizado que se especializa por tanto en financiar bienales y apoyar muestras en esa perspectiva.  Pero hay una pregunta que para nosotros, en esta escena, resulta de una importancia más que significativa: el sistema de las bienales y de las muestras monumentales, ¿están dando realmente voz a comunidades o culturas marginalizadas? ¿Qué tipo de conocimiento está produciendo este sistema?

No puedo dejar de mencionar el (d)efecto de la visita de Cameron invitado por Brunson a darnos lecciones con dinero del propio Fondart. Según Cameron, hacer una bienal en Santiago era propio de una escena provinciana.  En los debates de ArteBA07, el presidente de la Fundación de Artes Visuales del MERCOSUR, Justo Werlang declaraba que dicha bienal había desprovincianizado la ciudad de Porto Alegre.  Sin embargo, los dichos de un curador de servicio parecen valer más en nuestra escena que los propósitos de un conductor de una experiencia compleja cuya existencia le ha cambiado el rostro político cultural a una ciudad.  Cameron desconsideró la complejidad de nuestra escena para pensar en porqué deseamos construir una bienalidad que responda y supere las dos tendencias señaladas por Ivo Mesquita. Una bienal conciente de su importancia como vector de desarrollo debe responder a todas estas objeciones  y promover el debate singularizado con todos los agentes.

Estando en ArteBA, tuve que escuchar a colegas de Brunson sostener la certeza de que el modelo de las bienales ya está superado por las ferias, que han incorporado el carácter más recuperable de la bienalidad para cumplir, suponemos, las exigencias de las prácticas contemporáneas. Celebro que semejantes propósitos sean manifestados con tal claridad. Justamente, en una perspectiva absolutamente contraria se manifestaba Lisette Lagnado cuando vino a Santiago, en la misma época que Cameron.  Y lo que Lisette respondía era a ambas preguntas formuladas en el texto de Ivo, ya que afirmaba un nuevo tipo de bienal singular, destinada a recomponer las relaciones entre prácticas artísticas y comunidades sociales vulnerabilizadas por las propias experiencias de la cultura del espectáculo.

De partida, no hay (un) modelo de bienales, sino bienales singularizadas por las necesidades y deseos de unas comunidades locales que combaten  las políticas de los curadores de servicio que tanto daño nos hacen. Si, nos hacen daño al pasar por encima de las particularidades y al no cuidar los detalles de las cosas.  Lo grave es que se   hacen  parte de proyectos  desarrollados por  ambiciosos sectores  locales cuya falta de conocimiento  les garantiza una posición que en otras latitudes  ya no sostienen.  Cuando los mercados de las ofertas curatoriales globales se saturan, los curadores de servicio bajan hacia el sur.

 

 

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