Conozco otra persona que le fue rechazado el proyecto porque a los evaluadores les pareció que era un asunto muy Ãntimo. O sea, entraron a calificar la pertinencia del concepto de su exposición. Pero ya el año pasado la habÃan descalificado porque la operación que implicaba su trabajo, no era verosÃmil. Lo que ocurrió fue que durante año, esta artista hizo la operación y demostró que no solo era verosÃmil, sino que en su desarrollo involucró a personal y material de las fuerzas armadas. HabÃa que trasladar, por ejemplo, un moai de regreso a Rapa-Nui. O sea, la vez anterior no le creyeron que fuera capaz de hacer lo que describÃa que iba a hacer. Ella fue a hablare con la jefa y, lo mismo. Respuesta doméstica. No cabÃa otra que presentar de nuevo este año. Pero esta vez, una vez resuelta la cuestión de la verosimilitud de su producción, el proyecto fue descalificado por ser demasiado personal.
Debo explicar algunas cosas: un moai es regalado a Ibáñez (dictadura del 27) y enviado al continente. A Ibáñez no le interesa. Lo remite a un conocido suyo que lo pone en venta entre anticuarios. Lo adquiere el padre de una artista que lo traslada a Argentina. Allà lo vede a unos coleccionistas holandeses. Sin embargo, la pieza es declarada falsa por expertos europeos. Regresa a la Argentina. El padre es acusado de fraude. La pieza se queda en un depósito por décadas. Hasta que la artista la recupera y se propone realizar la devolución de la pieza a la isla. Dicha devolución es una acción de arte. Bien. Hasta ahÃ, todo bien. Pero el proyecto fue desestimado la primera por intervención directa de otra artista, evaluadora, que lo lanzó literalmente al tacho de la basura. Los otros evaluadores asumirán su responsabilidad ante tal suceso. El caso es que esta vez, el proyecto resultó demasiado Ãntimo, de dudosa perspectiva artÃstica. Lo curioso es que contaba con un texto de Ticio Escobar que hablaba del gesto de la restitución. DifÃcilmente éste se hubiera comprometido con una “obra intimistaâ€, si no estuviera informado del alcance diagramático de la obra. Pero es muy probable que la presencia de otro texto mÃo, para el catálogo propuesto, haya sido una causal para su rechazo.
El desconocimiento del proyecto de conjunto, que involucró no solo el regreso y restitución de la pieza a la isla, hecho que coincidió con un viaje presidencial, sino que además, permite que nos incorporemos a un debate mundial sobre la cuestión de la restitución, no fue considerado como telón de fondo de un proyecto de envergadura, a ser realizado en un importante centro cultural de la capital. Al final, da lo mismo. La cuestión es que hay personas cuyos proyectos serán vetados “por principioâ€. Y este trabajo tampoco depende para su realización de la sanción del Fondart. Sin embargo, este organismo pierde ocasión de financiar proyectos expansivos, de alto impacto, en virtud del manejo reductivo y del análisis precario que sus propias comisiones realizan. Ya he dicho: el Fondart no necesita enemigos. Solo se gestiona como lo hace y basta para desconstituirse. El asunto llega a tal, que hasta los propios evaluadores ya operan sabiendo que su trabajo carece de pertinencia.
Lo que resulta inverosÃmil son los argumentos del rechazo: demasiado intimista el trabajo. ¡Bah! Uno habrÃa pensado que se trataba de una articulación conveniente entre autobiografÃa y restitución identitaria. ¿Qué le moleta a la comisión de evaluadores? ¿La autobiografÃa? ¡Qué curioso! ¿O la cuestión de la restitución les resulta demasiado incorrecta, si se piensa en el debate vigilado que se está llevando a cabo a propósito de la restitución por parte de Chile, de los libros de la Biblioteca Nacional de Lima? Esto es ir demasiado lejos. La comisión ni se entera de eso.