La Producción de Soberbia como Táctica de Demolición de Imagen Pública

La estrategia poligráfica de El Mercurio es admirable. En la zona inferior de la portada del martes 19 de junio recoge lo que sembró el domingo en Artes y Letras y aprovecha la distinción cromática de las imágenes para poner énfasis en la “muerte” mediática de la ministra Urrutia. El retrato de esta última aparece impreso en un tono virado levemente al azul, monocromo, de efecto tumescente, destinado a declarar su rigidez cadavérica frente a las poses arregladas de tres agentes de cultura representativos, caracterizados por presentar un satisfecho rosado pálido que cubre la superficie de la piel, como si estuviesen retocados. Esta zona de imagen ocupa la mitad de la franja inferior. El resto sostiene el título: “Artistas acusan a ministra Urrutia de ser  ‘soberbia’”.

Esta distribución es una joya para un taller inicial de análisis de prensa. Es lo básico-básico, magistralmente concebido para producir con muy poco, el efecto máximo. De partida, borraron a la autora de la entrevista. Ahora la frase de combate es: “Fuertes reacciones por entrevista con “El Mercurio”. La han desplazado de la frase inductora de la lectura tendencial para darle refugio en la tercera línea de la crónica. “El Mercurio” defiende a sus agentes. ¿Qué quiere decir con eso? Que es algo que no hacen los agentes de gobierno, al no blindar a la ministra. Eso ha quedado suficientemente indicado. Era una de las cosas que se quería demostrar. Se le puede dar duro, porque carece de cobertura. La han dejado sola. No sólo sus agentes, sino los artistas. Esta es la segunda construcción de plataforma, no ya para criticar su gestión, sino para señalar por la vía de la ostentación de la falta, la inhabilidad exhibida en el manejo del saber que se puede tener sobre políticas públicas en cultura. ¡Admirable! Lograr concentrar en una sola frase la síntesis que debe proporcionar una visión total y violenta de la ineptitud del sistema, contando con la ayuda de quienes más han sido favorecidos por éste. Esto es lo que se llama uso privilegiado del poder multiplicador de la paradoja. En efecto, un pequeño movimiento de alas de mariposa en las costas de China puede provocar un maremoto en las tierras chilenas. Esto se llama “efecto mariposa”. Aunque lo que persigue El Mercurio es que se le designe como “efecto Urrutia”.

En la página A 11 se remata la primera fase de la ofensiva demoledora que El Mercurio en torno a temas culturales. Para ello cuenta con la complicidad de agentes significativos del “mundo cultural”. En el área chica, la designación cambió. Si en primera página serán los “artistas” quienes acusaban a la ministra de “soberbia”, ahora es el “mundo cultural” el que se revela impactado por semejantes declaraciones. Es sorprendente cómo la palabra “artistas” es sustituida por la frase “mundo cultural”. Crece la marejada discursiva. En verdad, no hay artistas visuales consultados, sino agentes institucionales. Brugnoli aparece no como artista sino como director de museo. Y en la lista de siete representantes del “mundo cultural” hay que tomar muy en serio la operación de poner a un galerista en un mismo nivel que directores de instituciones no lucrativas. Eso hay que tomarlo muy en serio porque un solo director de galería comercial se iguala a los cuatro agentes institucionales, en un conjunto en que los argumentos de los dos escritores son colocados como la franja maximalista que más impactada se revela con los dichos de la ministra. O sea, la ministra ha sido “abandonada” por toda la comunidad, representada por estos siete agentes.

De estos, Brugnoli “se saca el pillo” demostrando, en el fondo, su complacencia por la “caída” de la ministra. Cuando Brugnoli dice “es complicado”, la descalifica porque no desea reconocer que la propia ministra produce esa frase con un sentido restrictivo, que es el que tiene en el seno de la discusión con la entrevistadora. Y esto lo percibe perfectamente Arturo Navarro, quien es el único que pone las cosas en su lugar: “su dentro declaración (…) se inserta dentro de un debate entre ella y Raquel Correa, que lamentablemente los lectores no llegamos a conocer”. No se puede decir lo mismo de Di Girolamo, el cual le quita piso relativizando los dichos y sus condiciones de emisión. Pero es quien proporciona al diario la excusa para que rebata la hipótesis de la frase sacada de contexto. Vuelvo a insistir, por mi parte: no se trata de una frase sacada de contexto, sino por el contrario, de una sobre producción de condiciones textuales para obtener la respuesta requerida. Si se lee la entrevista lo que se advierte es que ha sido editada en exceso, para señalar la falta que mejor convenía a su estrategia. Francamente admirable. O sea, básico. Por eso la ministra no debió haber dado esa entrevista. Quizá su soberbia, que escribí sin comillas, no esté allí donde se le hizo decir lo que dijo sin que ella hubiese querido decirlo así, sino en el hecho de aceptar la entrevista, porque partía del supuesto que podía responder a todo. El Mercurio existe para que entendamos que el “todo decir” no es posible. Por el contrario, en un plus de enunciación, la ministra ha señalado lo que falta: saber de política.

En este terreno, la autora inicial solo ha cumplido con su labor de construir los términos de la “producción de soberbia” de la ministra. Lo que sigue ya es trabajo de la institución pesada, que culmina con el trabajo de demolición. Le bastó con poner las condiciones para que la ministra pronunciara la frase debida; es decir, aquella que no ha sido sacada de contexto, sino por el contrario, sobresaturada en la estrechez de una trampa excelentemente formulada. Es evidente que su respuesta fue publicada en forma textual; pero lo que no señala el editor es si las preguntas fueron publicadas en la misma forma. Porque lo que queda en evidencia es que la “producción de soberbia” es una operación análoga a la “intoxicación de inteligencia”.

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