LOS EJES DE LA CONVENCIÓN (3).
Justo Pastor Mellado.
Agosto 2004

En el texto anterior no mencioné en la lista de museos reales, al Museo Allende y al MAM de Chiloé. No correspondía. Me concentré solo en los museos ligados a una universidad. He armado una hipótesis acerca de la existencia de las escenas locales que considera para su aparición, la articulación -en una coyuntura determinada- de tres elementos: universidad, clase política y prensa local. Solo en el momento en que estos tres elementos se han articulado han dado curso a una escena local. He insistido en que, por ejemplo, en Talca, no hay escena local, porque solo hay universidad. Ni la clase política ni la prensa se han comprometido en la construcción de un discurso local que sostenga historiográficamente una escena. La invención de los "pintores maulinos" viene a ser una ficción inapropiada que sostiene las condiciones de represión discursiva regionales al respecto. La estrategia de extensión de la Universidad de Talca, al inaugurar un parque de esculturas, al abrir una galería y al programar la fundación de un museo, no aparecen suficientemente "ligadas" ni son suficientes por si solas para saldar su "deuda" simbólica con la sociedad talquina. No se construye un museo con donaciones de obras menores y contando con un surtido mediocre de piezas obtenidas por participaciones en concursos.

Mis menciones a Valdivia no tardarán en levantar polvareda. No hay museo; solo un centro de arte que funciona sin presupuesto para producir su programación de manera autónoma. Pero la universidad está sola. Y no parece tener claridad en las exigencias que le debe hacer, académicamente, a su "museo". No ha definido su responsabilidad político-cultural al respecto, puesto que no se ha hecho parte de una política de desarrollo del arte contemporáneo en su área de expansión institucional.

La clase política regional no ha demostrado tampoco su compromiso efectivo con un arte contemporáneo que signifique algo para la región. Más bien se traduce por ser una plaza eminente para la circulación endogámica de la plástica emergente santiaguina. Eso no está del todo mal, pero es insuficiente. Santiago se sostiene, también, por la explotación de las regiones. Pero los regionales se refugian en la defensa de un sentimiento de balkanización artística que encubre ineficazmente el nivel de sus frustraciones inscriptivas.

La fatalidad consiste en que cada vez que se piensa en arte en las regiones, se asocia a los manufactureros de estampas de paisaje local, en una perspectiva totalmente "post-cezanniana". La razón es simple: después de la reforma universitaria de la Chile, los artistas que perdieron el control de la Facultad como vector referencial de su política de resistencia a la contemporaneidad, emigraron a provincia y se convirtieron en héroes plásticos locales. En región, se está pagando hasta el día de hoy por esa situación. Hay que pensar con antecedentes históricos en la mano para formular, hoy día, desde el Valparaíso de la administración cultural, una política de artes visuales para regiones. Es decir, una política que se piense como aceleración formal y consolidación de una violencia inscriptiva; porque el desarrollo del arte contemporáneo en regiones significa realizar desplazamientos de poderes locales.

Regreso al MAM de Chiloé y al Museo Allende. Obviamente, no son museos universitarios. Pero son MUSEOS ANÓMALOS. El MAM de Chiloé es el único museo que ha construido su colección desde el prestigio personal y cultural de su equipo fundador. Pero en un comienzo, ese museo solo se mantuvo por la lucha que sus fundadores tuvieron que sostener en contra de los poderes fácticos locales. Ciertamente, fue una "imposición". Es decir, una iniciativa "que vino desde fuera". Y eso, en una sociedad paradigmáticamente endogámica, ya constituye plataforma de fracaso. Tuvo que luchar con sistematicidad, con orden, con colección, con una complicidad que permitió que los artistas donaran buenas piezas, etc. Y con algunos apoyos institucionales, nacionales e internacionales. Pero nunca suficientes. Pero lo más grave no ha sido eso, sino la carencia de institucionalización dura de dicho proyecto.

El MAM de Chiloé es un museo; el más austral del mundo. Es un atractivo eco-turístico fundamental en el seno de la nueva cultura salvaje del capitalismo salmonífero. Resulta, pues, necesario editar una politica de conservación preventiva adaptada a las condiciones del clima. Pero no solo eso: en los meses de verano, en ese lugar, pueden tener lugar las mejores exposiciones de arte contemporáneo internacional. El museo no puede permanecer en las actuales condiciones institucionales, porque jamás podrá superar los términos de una brillante sobrevivencia. Es preciso acrecentar el apoyo político. El Consejo Nacional / Regional puede tener un rol que jugar en la consolidación de un "monumento activo" que ha colaborado con la puesta en circulación de una imagen contemporánea, no "folklórica", del universo chilote. ¿No es acaso transversalidad de una política patrimonial? ¿O el patrimonio chilote está inscrito solo en la recuperación de las iglesias? La espiritualidad católica en crisis es la que más necesita esta recuperación patrimonial. Pero la defensa del misticismo de la madera no puede encubrir el rol y función del arte contemporáneo como sismógrafo de las contradicciones de una sociedad local como esa. De hecho, la propia actividad cultural de los fundadores del MAM apunta a fortalecer una concepción ampliada del patrimonio.

En cuanto al Museo Allende, hay que decir que la principal causa de la imposibilidad de su desarrollo como museo en forma reside en su pertenencia dependiente de la Fundación Allende. Hay que decirlo: es preciso rescatar el Museo Allende. La familia Allende jamás ha dado garantías culturales para su desarrollo. Ni siquiera ha explotado la anomalía formal de su constitución. Para qué hablar de las condiciones en que se establece el tipo de "comodato" de las obras. El país tiene derecho a saber: ¿cuál es la colección del Museo Allende? ¿Qué necesidad existe en hacer depender al Museo de la Fundación? Es preciso responder a preguntas formales específicas. La Fundación, con su inoperancia política y cultural, le hace daño al desarrollo del museo. Emplazo a las autoridades de la Fundación a sostener públicamente un debate respecto de una "politica de desarrollo" del museo. De la misma manera, emplazo a las autoridades culturales del país, a iniciar una investigación sobre el estado actual de la colección y de sus condiciones de manejo.

Entonces: estudiando los casos de los museos de Santiago, Concepción, Valdivia, Castro, en el terreno de la afirmación de una contemporaneidad local, Es de tal diversidad la situación institucional que los aqueja, que se hace necesario constituir una Oficina o un Observatorio que trabaje para potenciar sus modos de existencia y revalorizar sus políticas de inscripción regional, en la perspectiva de convocar a los agentes locales -universidad, clase política, medios- para desarrollar iniciativas específicas, diferenciadas, flexibles. Pero se requiere de un hilo conductor que coordine las negociaciones entre los agentes, tomando en cuenta las particularidades de cada zona. El Consejo Nacional / Regional debe asumir un rol más activo en la facilitación de dicha negociación. Solo así podremos realizar el mapa de las intensidades museales regionales y su rol en el fortalecimiento de las escenas plásticas locales.

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